Las fiestas navideñas han llegado y, aunque suelen presentarse como una época de reuniones familiares y celebración, en la que se esperaría que predomine la felicidad, la realidad es distinta para muchas personas.
Estas fechas pueden intensificar sentimientos de tristeza o depresión y, para algunos, también implican cargar con el peso del llamado síndrome de la Silla Vacía, una experiencia de duelo que afecta a más personas de las que solemos imaginar.
¿Qué es el Síndrome de la Silla Vacía?
Desde una perspectiva psicológica, este fenómeno se enmarca dentro de lo que William Worden, psicólogo experto en duelo, describe como la tarea de "adaptarse a un medio en el que el fallecido está ausente".
Durante el resto del año, la rutina ayuda a enmascarar la pérdida, pero las festividades rompen esa inercia y obligan a la familia a enfrentarse a la realidad de la vacante física.
La Dra. Elisabeth Kübler-Ross, pionera en el estudio del duelo, señalaba que el dolor no es un proceso lineal. En Navidad, muchas personas experimentan una "regresión" o un repunte de las etapas de depresión o negación, debido a la presión social por "estar feliz".

Claves psicológicas para gestionar la ausencia
Los especialistas en psicología clínica y duelo sugieren varias estrategias para transitar estas fechas:
1. Validar la emoción (Aceptación)
No intentar "forzar" la alegría. El psicólogo Carl Rogers enfatizaba la importancia de la aceptación incondicional. Admitir que "esta Navidad será difícil" reduce la ansiedad. Es válido llorar o sentir nostalgia en medio de la cena.
2. La "silla vacía" como símbolo
En lugar de ignorar el espacio físico, algunos terapeutas sugieren realizar un acto simbólico. Esto ayuda a transitar del "duelo congelado" a la integración de la pérdida.
- Sugerencia: Poner una vela en su honor, contar una anécdota alegre o cocinar su plato favorito.
3. Reajustar las expectativas y tradiciones
No es obligatorio celebrar la Navidad de la misma forma que siempre. Según la Teoría de la Adaptación de Helson, los seres humanos podemos ajustar nuestros marcos de referencia. Cambiar el lugar de la cena o modificar los horarios puede ayudar a que la ausencia no sea el único foco de atención.
4. Comunicación asertiva con la familia
Es vital hablar sobre cómo se siente cada miembro. A menudo, el "elefante en la habitación" (el silencio sobre el fallecido) genera más tensión. Preguntar: "¿Cómo queremos manejar la cena este año?" permite que todos se sientan comprendidos.
5. Establecer límites
Si el dolor es muy reciente o intenso, está permitido retirarse temprano de una reunión o decidir no asistir a ciertos eventos. El autocuidado emocional debe ser la prioridad.
