Esa noche la Vecchia Signora fue víctima de una obra de arte, pero ahí nació la relación de respeto y cariño que este día terminó por fraguarse con el fichaje de CR7.
Cristiano lo había logrado prácticamente todo en su carrera, pero se le había negado marcar un gol de chilena, esa maniobra que Hugo Sánchez —otro inmortal del Real Madrid— perfeccionó como ninguno y que en más de una ocasión puso de pie al Santiago Bernabéu, como aquella tarde contra el Logroñés.
Corría el minuto 64 de un partido que el Madrid ganaba 0-1. Un bombazo de Cristiano atajado por Buffon dio pie al tanto más memorable de uno de los mejores jugadores de todos los tiempos. Dani Carvajal colgó el balón desde la derecha y el resto es historia. Gigi quedó como estatua, los Bianconeri estupefactos, los Merengues incrédulos, Zidane tomándose la cabeza y los miles de presentes aplaudiendo de pie al Bicho.
#Cristiano va a la #Juventus
— Xavier Sol (@XaviSol_) 10 de julio de 2018
La vida es como un balón de fútbol, da muchas vueltas... pic.twitter.com/ar40BmuXbU
A CR7 nadie le puede decir que hay algo inalcanzable. Aquellos Cuartos de Final de la Champions League demostraron que ese carácter y confianza en sí mismo le hacen lograr lo imposible. El ego se le llenó tras ese gol, pero explotó con la ovación recibida en casa ajena.
Tres meses y una semana después de aquella chilena, Cristiano Ronaldo volverá a sentir el cariño de los tifosi de la Juventus, ahora vistiendo la mítica camiseta a blanco y negro, una de las más importantes de Europa, y es precisamente eso para lo que llega el de Madeira, para devolverles la gloria continental que no conquistan desde 1996.