
La política y el futbol han tenido una estrecha relación desde siempre, aunque esa ligazón ha sido especialmente aprovechada en Mundiales de futbol, ya sea para tratar de consolidar gobiernos o para desviar la atención de los problemas de algunas naciones, siendo uno de los casos más relevantes lo que sucedió en Argentina 1978, certamen que se desarrolló en la etapa más oscura del dictador Jorge Rafael Videla.
La huella del exmilitar argentino, que gobernó esa nación de 1976 a 1981, fue inocultable en el desarrollo de una justa de mediana calidad en la que los goles de Mario Kempes fueron celebrados tan fuerte que hicieron olvidar, al menos por unos días, la represión, desapariciones o crímenes contra la humanidad que se vivían en ese país sudamericano, mientras la FIFA servía de tapadera de tales agravios.
Fue un teatro mal montado, al grado de que en su inauguración Videla lo llamó “El Mundial de la Paz”, mientras a su lado Joao Havelange, presidente de la FIFA, observaba cada escena con una frialdad apabullante, como si nada de lo que se mencionaba existiera. Y si Johan Cruyff (Holanda) o Paul Breitner (Alemania Occidental) habían decidido no asistir a manera de protesta, de eso nadie se acordó.
El camino de Argentina al título
Con Kempes como estandarte, César Luis Menotti en la dirección técnica y jugadores buenos, pero sin alcanzar un rango de estrellas como Ubaldo Fillol, Daniel Pasarella u Osvaldo Ardiles, la Albiceleste logró desarrollar un aceptable Mundial, aunque lo hizo en medio de sospechas dirigidas hacia Videla.
En la primera ronda venció a Hungría y Francia por sendos marcadores de 2-1, aunque perdería el invicto ante Italia por 1-0 en el tercer partido, aunque la segunda posición obtenida le ayudaría a eludir a Países Bajos y a Alemania Federal en la siguiente ronda de grupos, y a cambio se cruzaría con Brasil, Perú y Polonia, de los cuales solo los primeros imponían un respeto mayúsculo.
En dicha instancia, Argentina ganó 2-0 a Polonia y después empató con Brasil 0-0 en sus primeros dos partidos, mientras que la canarinha se había estrenado con un 3-0 ante Perú, por lo que la tercera jornada estaría cargada de tensión dadas las posibilidades que tenían tres de esas selecciones para avanzar a la Final.
Y ahí fue cuando se sucedieron hechos muy particulares, siendo el primero de ellos que Brasil jugara ante Polonia antes que Argentina enfrentara a Perú y no a la misma hora. Los amazónicos ganaron 3-1 su partido y eso obligó a que la Albiceleste tuviera que salir airosa al menos por cuatro goles si quería disputar el campeonato.
Curiosamente, previo a que se celebrara el partido, apareció Videla en compañía de Henry Kissinger, exsecretario de estado de Estados Unidos, presencia que sacudió a los jugadores peruanos, como reconocería años después Juan Carlos Oblitas.
"La presencia suya fue terrible. Algunos, acaso intimidados, dejaron de cambiarse para escucharlo. Yo, con más experiencia, seguí en lo mío, detrás de una pared, apenas lo oía hablar. No quería que nada interrumpiera mi concentración".
Ese encuentro lo ganaría Argentina por 6-0, con la creencia de que hubo alguna amenaza o soborno de por medio, siendo el más señalado el portero Quiroga, quien fue acusado de haber fallado a propósito para que se diera tal resultado.

La Final Argentina-Holanda
Los argentinos avanzaron a su segunda Final de su historia –la primera la perdieron ante Uruguay en 1930–, esta vez ante una Holanda que mantenía su gran nivel, pero que igual acabaría por extrañar a su mejor jugador, Johan Cruyff.
En el minuto 38 Leopoldo Luque gestó una buena jugada que puso a Kempes de cara al arco para que inaugurara el marcador, aunque los holandeses respondieron en el minuto 82 gracias a Nanninga, con un certero cabezazo.
Y si bien los europeos habían reconocido que sentían miedo por la posibilidad de ganar en Argentina, estuvieron muy cerca de hacerlo con un remate de Resenbrink que sacudió el larguero al 89’, lo que habría sido una catástrofe para todo el país sudamericano. El balón no quiso entrar y llevó a la prórroga, en donde se vería un partido distinto.
Al minuto 105 Kempes puso en ventaja al equipo local y a cuatro minutos del final Bertoni anotó uno más para asegurar el título argentino ante la algarabía de Videla, pero no para muchos de los jugadores y cuerpo técnico, que tenían claro lo que significaba ese triunfo para la dictadura. "Fui usado, claro. Lo del poder que se aprovecha del deporte es viejo como la humanidad", diría Menotti en junio de 2008.

Los campeones
Norberto Alonso, Osvaldo Ardiles, Héctor Baley, Daniel Bertoni, Ubaldo Fillol, Américo Gallego, Luis Galván, Rubén Galván, René Houserman, Mario Kempes, Daniel Killer, Omar Larrosa, Ricardo La Volpe, Leopoldo Luque, Jorge Olguín, Oscar Ortiz, Miguel Oviedo, Rubén Paganini, Daniel Pasarella, Alberto Tarantini, José Valencia y Ricardo Villa. DT: César Luis Menotti.