Editorial Mediotiempo
Samara Arena
La reventa había sido titular indiscutible en los partidos de México, los precios elevados eran el ‘pan de cada día’ para los aficionados. Pero como por arte de magia, todo cambió para el duelo ante Brasil en Samara y los revendedores se contaban con los dedos de una mano. Incluso algunos mexicanos regalaban los boletos sobrantes.
La distancia, la dificultad de encontrar transporte a Samara, el calor, el costo económico después de casi 20 días de Copa del Mundo, acabaron por derrotar a la pasión futbolera y la abrumadora mayoría mexicana brilló por su ausencia, dejando como principales ‘damnificados’ a los revendedores.
La explanada de la Arena Samara lucía semivacía, 37 grados hacían que los aficionados ‘no perdieran tiempo’ y se fueran directo al interior del inmueble, algunos se detenían para vender, o incluso regalar, sus boletos sobrantes.
“Veníamos seis amigos, pero dos se quedaron en Moscú, todos teníamos boletos, pero ellos ya no encontraron transporte para acá”, relató Esteban, quien buscaba a quien vender sus entradas, pero sin éxito.
María definió su llegada de último momento. Su esposo trabaja en una aerolínea y le avisó por la mañana que se habían abierto dos lugares en el vuelo de Moscú a Samara. Sin dudarlo lo tomó, a pesar de que no tenían boletos para el juego, por lo que entraron a la página de Ticket Exchange de FIFA, donde publicaron su petición de entradas y “luego, luego me cayeron 20 ofertas, todas al precio real”, relata.
Una familia de cinco coreanos buscaba ingresar al partido, pero no tenían boletos, ellos tardaron un poco más, pues querían todos los lugares juntos, así que decidieron dar un último intento en la página de la FIFA y, para su sorpresa, los consiguieron, algo impensable en cualquier juego anterior del Tri.
Así, sin hacer ricos a los revendedores, la afición mexicana llegó a la Arena Samara para presenciar el histórico choque entre Brasil y México, en busca del ansiado ‘quinto partido’.
La distancia, la dificultad de encontrar transporte a Samara, el calor, el costo económico después de casi 20 días de Copa del Mundo, acabaron por derrotar a la pasión futbolera y la abrumadora mayoría mexicana brilló por su ausencia, dejando como principales ‘damnificados’ a los revendedores.
La explanada de la Arena Samara lucía semivacía, 37 grados hacían que los aficionados ‘no perdieran tiempo’ y se fueran directo al interior del inmueble, algunos se detenían para vender, o incluso regalar, sus boletos sobrantes.
“Veníamos seis amigos, pero dos se quedaron en Moscú, todos teníamos boletos, pero ellos ya no encontraron transporte para acá”, relató Esteban, quien buscaba a quien vender sus entradas, pero sin éxito.
María definió su llegada de último momento. Su esposo trabaja en una aerolínea y le avisó por la mañana que se habían abierto dos lugares en el vuelo de Moscú a Samara. Sin dudarlo lo tomó, a pesar de que no tenían boletos para el juego, por lo que entraron a la página de Ticket Exchange de FIFA, donde publicaron su petición de entradas y “luego, luego me cayeron 20 ofertas, todas al precio real”, relata.
Una familia de cinco coreanos buscaba ingresar al partido, pero no tenían boletos, ellos tardaron un poco más, pues querían todos los lugares juntos, así que decidieron dar un último intento en la página de la FIFA y, para su sorpresa, los consiguieron, algo impensable en cualquier juego anterior del Tri.
Así, sin hacer ricos a los revendedores, la afición mexicana llegó a la Arena Samara para presenciar el histórico choque entre Brasil y México, en busca del ansiado ‘quinto partido’.