Julio César Chávez, el César del boxeo, probó el néctar embriagante de la victoria durante 16 años ininterrumpidos, hasta que el 29 de enero de 1994 el nacido en Ciudad Obregón cayó derrotado de manera sorpresiva a manos de Frankie Randall.
La tragedia, totalmente inesperada por público y expertos, ocurrió en el MGM Grand en Las Vegas, Nevada. El mexicano llegaba al combate con un récord de miedo: 89 triunfos y un empate, contra el 48-2-1 de Randall. En las casas de apuestas, se favorecía al campeón por 15-1. Definitivamente, las probabilidades de que Julio César perdiera el combate se contemplaban escasas.
Aquella noche se disputaba el cinturón por el campeonato mundial superligero del Consejo Mundial de Boxeo. Chávez nunca se sintió cómodo a lo largo del encuentro y cometió errores inusuales en él: se le restaron puntos por golpes bajos en el séptimo y undécimo asalto. Además ocurrió algo que el mundo jamás había contemplado: la caída del héroe mexicano en el asalto 11. Era la primera vez que Chávez visitaba la lona en su carrera.
Terminaron los 12 episodios y llegó el momento de que los jueces dieran su veredicto: dos de las tres tarjetas de puntuación favorecieron a Randall por 114-113 y 116-111; la otra dio como ganador a Chávez por 114-113. Todo estaba dicho y con ello se consumó la primera derrota en la carrera de Julio César Chávez ante un rival en apariencia inferior.
Después de aquel memorable combate, se vieron las caras dos veces más: la primera ocurrió tres meses y medio después en un combate que JC ganó por decisión técnica luego de que fuera detenido por un choque de cabezas que le hizo un profundo corte en la ceja. En ese momento, Chávez llevaba la delantera en las tarjetas de los jueces.
El tercer enfrentamiento fue en 2004 cuando ambos ya eran pugilistas veteranos y lejos de sus mejores días. En diez asaltos, Chávez derrotó a Randall en un combate celebrado en la Ciudad de México y que significó el adiós del mexicano de los encordados.
