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Don Isaac Cruz: el padre que entre basura, golpes, sudor y lágrimas crió y creó a un campeón del mundo

El papá del Pitbull Cruz trabajó en el gobierno en los camiones de basura.

El papá del Pitbull Cruz tuvo una vida complicada (Ig team.cruz73)
El papá del Pitbull Cruz tuvo una vida complicada (Ig team.cruz73)
Olga Hirata
Ciudad de México

En un mundo donde los ídolos suelen salir de revistas, hay historias que emergen desde el suelo, con los nudillos rotos y el alma deshecha. Historias que no se presumen: se sangran. Historias como la de Don Isaac Cruz, padre, entrenador y cómplice del Pitbull Cruz. Un hombre que convirtió su camión de basura en trinchera y su corazón en gimnasio.

La gloria del hijo nace de la derrota del padre, don Isaac no es un romántico, es un sobreviviente. No habla con adornos, habla con costras. “Se siente un orgullo, primero que nada, y pues una emoción, ya a unas pocas horas o días del gran combate”.


Y ahí está: sereno, como quien ha caminado descalzo sobre brasas, como quien ya ha perdido todo menos la fe. Porque antes de las peleas vino el verdadero miedo. El miedo a repetir su historia.

“Tuve una mala experiencia como boxeador profesional y no quería que fueran boxeadores mis hijos”, dice mientras ve al horizonte, porque si te ve a los ojos se le salen las lágrimas sólo por recordar.

Pero los hijos no nacen para obedecer sueños ajenos y un día, mientras la ciudad seguía su rutina indiferente, sus dos hijos le dijeron: “Papá, queremos que ya nos entrenes, vamos a ser boxeadores”.

Y ese hombre curtido, que recogía basura mientras el país dormía, dijo que sí. Aun sabiendo que la apuesta era para la vida entera. “Mi trabajo era dentro del gobierno, en los camiones de la basura, generabas dinero diariamente. Acá en el boxeo generabas dinero cuando peleabas. El dinero que ganas en México es muy poquito, no te da para solventar tantos gastos. Le echamos muchas ganas. ¿Cómo le hicimos? Pues solamente Dios sabe, pero aquí estamos.”

Pitbull Cruz venció a Ángel Fierro, pero no queda deuda de que fue un excelente combate (Premier Boxing Champions)
Pitbull Cruz en su pelea contra Ángel Fierro (Premier Boxing Champions)


Isaac Cruz estuvo cerca de descarrilarse

En la ciudad de México, criar hijos es pelear sin guantes y más cuando los demonios se disfrazan de amistades. “Con Isaac viví una etapa fuerte… ya él tenía un recorrido en el boxeo amateur y pues de repente los amigos, las malas amistades: le jalamos las orejas fuerte”.

Y recuerda. “Sí me costó bastante trabajo, estaban en la edad de la rebeldía, 14, 15 años; muy complicado. Pero pues entendió, gracias a Dios”.

Isaac entendió, no por obediencia ciega, sino porque en algún rincón de sí mismo reconoció el rostro de la lucha. La misma que su padre había peleado cada amanecer. Por eso hoy, más allá del cinturón, más allá del rival, Don Isaac lo dice sin filtros:

“Él antes que mi hijo, es mi amigo… Yo creo que soy uno de los papás más orgullosos ahorita a nivel mundial, por los resultados que hemos tenido con Isaac”.

Don Isaac Cruz recuerda su pasado como boxeador

Pero la vida no le regaló ni una esquina tibia. Mientras entrenaba, también cargaba costales de basura. Mientras moldeaba a su hijo, también soportaba desprecios de promotoras y manos que le cerraban las puertas.

Isaac Cruz en sus tiempos como boxeador (Ig team.cruz73)
Isaac Cruz en sus tiempos como boxeador (Ig team.cruz73)


“Trabajar bajo el sol, trabajar bajo el agua, no es nada fácil… hemos llorado lágrimas de sangre, pero pesadas, muy duras.”

“Uno de los más difíciles es el que tengas una promotora, pero que la misma promotora esté en contra de ti… todo disparejo, todo en contra”.

Y aun así, siguió. Porque cuando no hay privilegio, se pelea con orgullo. Cuando no hay dinero, se pelea con el alma. Cuando no hay justicia, se pelea con rabia. “Antes era Isaac y yo nada más, y su hermano… luchar contra todo eso te hace muy fuerte”.

Pitbull Cruz ya tendría fecha para regresar al ring (Instagram  @isaacpitbullcruz)
Pitbull Cruz, una de las grandes promesas del boxeo mexicano (Instagram @isaacpitbullcruz)


El tiempo pasó, y cada pelea fue un ladrillo más en esa casa de dignidad, cada rival fue una prueba, no del cuerpo, sino del espíritu. “Una de ellas es contra Josecito Félix… lo noqueó en tres rounds… La de Gervonta… la vivimos al mil por ciento. Y la que más, cuando se coronó campeón del mundo, que no se cansó de insultar Rolly Romero a Isaac”.

Hoy, Isaac es referente. Es ídolo. Es bandera. Pero para su padre, sigue siendo ese chavo de 14 años que alguna vez estuvo a punto de perderse. Hoy es fuerte, hoy es imparable. Y Don Isaac, que lo conoce mejor que nadie, lo confirma: “La disciplina y el coraje para triunfar… hasta ahorita, hasta el día de hoy se puede decir como papá, como entrenador, que no es un muchacho débil.”

Claro que no todo ha sido armonía. También hay silencios. Portazos. Días de no hablarse. Porque el amor también duele cuando va acompañado de presión, miedo y cansancio. “Créeme que le digo a mucha gente: ‘te presto mis zapatos en una preparación para que veas todo lo que pasa’. Y no siempre es todo alegría. Hay muchas cosas que… hijo, llega un momento en que explotas”.

“Nos enojamos y duramos todo el día sin hablarnos. Otro día como si nada hubiera pasado… vemos qué hice mal, qué hiciste tú mal y recomponemos el camino”.

¿Y qué le falta? “Que gane esta pelea… que le deje claro a la gente que él es el mejor y que no debe dejarle nada a los jueces. Porque él es un muchacho que pelea con el corazón”. No quiere aplausos. No quiere estatuas. Solo quiere verlo ganar como lo ha hecho siempre: con el alma por delante y sin pedir permiso.

Pitbull Cruz tiene una foto del recuerdo con Manny Pacquiao.
Pitbull Cruz tiene una foto del recuerdo con Manny Pacquiao.


Y cuando se despide, no lanza promesas. Lanza una sentencia: “Vamos por la victoria, primeramente Dios, y dice por ahí: todo para adelante porque no conocemos la reversa”.

Don Isaac Cruz no es solo el papá del Pitbull. Es el puño invisible que sostuvo a su hijo cuando nadie creía en él. Es el eco de todos los padres que han peleado sin esquina, sin mánager, sin contrato. Es el testimonio vivo de que los campeones no nacen en gimnasios caros, nacen en la calle, con el costal al hombro y la dignidad a flor de piel.

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