 
 La española Alicia Herrero Linana y la ucraniana Valeriya Strakhova cumplieron con los pronósticos y se coronaron campeonas de dobles en la primera edición del Querétaro Open presentado por Mexcovery, al derrotar 7-5 y 6-2 a la dupla conformada por la mexicana Marian Gómez Pezuela Cano y la estadounidense Varvara Lepchenko.
Fue una final con tintes de fiesta nacional, pero la solidez de las primeras sembradas impuso orden. Herrero y Strakhova supieron cerrar los puntos con oficio y temple, en un encuentro en el que la localía y el entusiasmo del público no fueron suficientes para revertir el dominio técnico de las europeas.
“Nos sentimos muy felices. Practicamos todos los días para momentos como este, para sentir esas emociones en el cuerpo después de ganar. Son emociones increíbles”, confesó Strakhova con una sonrisa cansada pero satisfecha, todavía sosteniendo el sombrero de campeonas que, según dijo entre risas, “dormirá a su lado”.
 
 Herrero Linana, por su parte, destacó lo especial del título por partida doble: “Es mi primer WTA 125 y mi primera final. No me voy a olvidar nunca de este torneo. Además, es la primera vez que jugamos juntas, así que estamos muy contentas por cómo funcionó todo. Fue una semana inolvidable”.
La española no ocultó su conexión con el país anfitrión: “He estado muchas veces en México y me encanta todo: la gente, la comida, la energía. Me siento muy bien aquí y, claro, espero volver el año que viene”.
Entre bromas, las campeonas hablaron de sus próximos planes: comida mexicana y una batalla con las aerolíneas para poder llevar el sombrero de recuerdo. “Mi maleta siempre va llena, pero haré lo que sea para llevarme el sombrero a casa”, dijo Valeriya.
 
 Así, entre risas, tacos de pollo y promesas de regreso, Alicia Herrero Linana y Valeriya Strakhova se despiden de Querétaro con un título bajo el brazo y el sello de ser las primeras campeonas de dobles en la historia del torneo. Una victoria que, más allá de las cifras, deja el recuerdo de una dupla que jugó con precisión, empatía y una alegría contagiosa.

 
  
 