Editorial Mediotiempo
San Petersburgo, Rusia
A pesar de que al llamado de último momento acudieron muchos belgas y franceses, el ambiente alrededor del espectacular Estadio San Petersburgo, a unos metros del Golfo de Finlandia, lo puso la afición brasileña.
El hecho de que aquí habría jugado esta tarde el equipo de Neymar y el atractivo turístico de esta ciudad permitió que los mencionados sudamericanos mantuvieran los planes, para darle un toque multicultural al juego, para el que tampoco faltaron mexicanos que por los sombreros siguen causando sensación.
“Escuchamos que serían 6 o 7 mil, pero es difícil porque la organización es muy pobre y ha sido difícil para los aficionados venir acá, así que muchos vienen individualmente”, contó un aficionado francés que apenas esta mañana consiguió boletos en el sitio de la FIFA.
A pesar de la cercanía, las aficiones europeas han sido escasas en Rusia, donde por mucho fueron mayoría las americanas. De ahí que la reventa afuera del estadio tampoco fuera de escándalo, pues algunas personas ofrecían entradas sobrantes en 750 dólares, el precio al que lo compraron.
De cualquier modo, ambiente no faltó, como tampoco armonía entre galos y belgas, ambos francófonos y vecinos geográficos. En vez de intensidad, afuera del estadio se respiraba armonía, en buena medida también por la vista a unos metros del inmueble: enfrente del mar que luego se convierte en el Báltico y después en el Océano Atlántico, donde cerca se veían barcos y cruceros.
“Tengo un poquito de miedo, es la primera vez para nosotros que es posible ir a la Final. En el 86 tuvimos un equipo que terminó cuarto pero ahora es un equipo mejor”, contó un fanático belga.
“Es el único momento en nuestra historia donde es posible llegar a ser campeones. Solo tenemos un tiro y estoy muy nervioso”.
El hecho de que aquí habría jugado esta tarde el equipo de Neymar y el atractivo turístico de esta ciudad permitió que los mencionados sudamericanos mantuvieran los planes, para darle un toque multicultural al juego, para el que tampoco faltaron mexicanos que por los sombreros siguen causando sensación.
“Escuchamos que serían 6 o 7 mil, pero es difícil porque la organización es muy pobre y ha sido difícil para los aficionados venir acá, así que muchos vienen individualmente”, contó un aficionado francés que apenas esta mañana consiguió boletos en el sitio de la FIFA.
A pesar de la cercanía, las aficiones europeas han sido escasas en Rusia, donde por mucho fueron mayoría las americanas. De ahí que la reventa afuera del estadio tampoco fuera de escándalo, pues algunas personas ofrecían entradas sobrantes en 750 dólares, el precio al que lo compraron.
De cualquier modo, ambiente no faltó, como tampoco armonía entre galos y belgas, ambos francófonos y vecinos geográficos. En vez de intensidad, afuera del estadio se respiraba armonía, en buena medida también por la vista a unos metros del inmueble: enfrente del mar que luego se convierte en el Báltico y después en el Océano Atlántico, donde cerca se veían barcos y cruceros.
“Tengo un poquito de miedo, es la primera vez para nosotros que es posible ir a la Final. En el 86 tuvimos un equipo que terminó cuarto pero ahora es un equipo mejor”, contó un fanático belga.
“Es el único momento en nuestra historia donde es posible llegar a ser campeones. Solo tenemos un tiro y estoy muy nervioso”.
