Liga MX

La Copa que todo cambió

El momento de mayor comunión entre la Selección Mexicana y su afición fue sin duda en 1993. La participación del cuadro nacional en la Copa América de Ecuador significó un cambió de rumbo en la...

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Editorial Mediotiempo
Ciudad de México
  • La participación de la Selección Mexicana en Ecuador 93 fue un parte aguas en la historia del Tricolor
El momento de mayor comunión entre la Selección Mexicana y su afición fue sin duda en 1993. La participación del cuadro nacional en la Copa América de Ecuador significó un cambió de rumbo en la historia del cuadro azteca. Haber quedado como Subcampeón en su primera participación dentro de este torneo fue algo extraordinario, pues si bien en anteriores ocasiones y en distintos eventos tuvo actuaciones “dignas”, el Tricolor nuca había dado muestras de que podría ganar un título de resonancia. Acostumbrado a mandar en CONCACAF, al representativo mexicano ya no le significaba gran cosa obtener los títulos de esa zona, pero haberse puesto al tú por tú con los sudamericanos representó un vuelco en la manera de ver al equipo verde en otras latitudes. No sólo en cuestión de resultados marcó un punto de inflexión, sino también en la manera de jugar. El técnico Miguel Mejía Barón le impuso un sello que muchos añoraban para el Tri y que nadie se había atrevido. El Doctor Mejía Barón decidió que México ya no podía ser timorato, que aún teniendo enfrente a rivales de gran jerarquía lo ideal era enfrentarlos con personalidad y carácter para salir a ganar y no sólo esperar a que se diera “un empate”. “Sin lugar a dudas Miguel vino a terminar un trabajo que ya había empezado César Luis Menotti, que era precisamente cambiar la mentalidad del jugador mexicano, convencerlo de que el camino al éxito es salir a ganar, pensar siempre en el triunfo, y eso Miguel lo hizo muy bien con un grupo de futbolistas de muchísima calidad que entendieron bien cómo se debía jugar”, relata Luis García, miembro de aquella histórica Selección. El andar del Tri en ese certamen inició con ciertos titubeos, no en la parte futbolística, sino en cuanto a la concentración, y luego de perder 2-1 en el debut frente a Colombia (con un gol fantasma) y luego empatar 1-1 contra Argentina brindando una muy buena exhibición, y ante Bolivia con el mismo marcador, se clasificó para los Cuartos de Final como uno de los mejores terceros lugares de grupo. Y entonces vino lo mejor para la escuadra nacional. En Cuartos le tocó jugar con Perú y en una demostración de futbol de alto nivel se impuso 4-2 con dos goles de Alberto García Aspe, y uno más de David Patiño y otro de Luis Roberto Alves “Zague”. “Me acuerdo que salimos a ese partido con el mayor convencimiento que yo hubiera visto antes en una Selección para ganar un partido de eliminación directa. Nos fuimos 3-0 al descanso y jugando la verdad muy bien, al final todos coincidimos que estábamos para ganar esa Copa, ahí ya no había ninguna duda, si teníamos la oportunidad de jugar la Copa América debíamos aprovechar para ir por el título”, recuerda García Aspe. Ya en México se vivía una euforia fuera de cualquier límite, entre los aficionados existía ese optimismo desbordado imaginándose campeón al Tri de la Copa América. Lo malo era que en Semifinales se tenía que enfrentar al anfitrión, Ecuador, y el peso de jugar en casa podía inclinar la balanza a su favor, sin embargo, una vez más el Tricolor avisó que estaba para cosas grandes. En una noche lluviosa y con todas las circunstancias en contra, el equipo mexicano saltó al campo con la determinación necesaria para dejar en el camino al de casa. Los ecuatorianos y en general el resto de los participantes no podían creer lo de México. Los pupilos de Mejía Barón volvieron a jugar por nota y borraron al local, que no pudo hacer nada ante su público en una inmejorable ocasión para obtener la Copa, algo que habría sido histórico también para ellos. En esa ocasión, Hugo Sánchez y Ramón Ramírez se encargaron de poner el 2-0 con el que la escuadra nacional daba el paso anhelado por décadas. Parecía un sueño, nadie esperaba gran cosa cuando se supo que jugaría este campeonato y al cabo de los juegos ya hasta se hablaba del título. Claro que los hechos daban para pensar en algo así, un plantel que sabía a lo que jugaba, donde cada uno entendía su rol ya fuera en el campo o en la banca. Mejía Barón había logrado la unión del conjunto y eso se reflejaba en la cancha. “Fueron momentos muy importantes en la historia de la Selección Mexicana, la verdad me siento privilegiado de haber sido parte de ese hecho que siempre se va a recordar, hicimos un extraordinario papel y el reconocimiento a ese trabajo siempre va a estar presente entre los aficionados y la prensa. “Cuando llegamos a la Final Miguel supo contener la euforia, y no es que nos impidiera festejar, sino que nos hizo ver que faltaba lo más importante, que no podíamos conformarnos con estar en la Final y ya, había que salir a ganar el título sin importar que fuera Argentina con todo y sus estrellas, que nosotros teníamos la capacidad para ganar ese partido”, comenta “Zague”. En México la ilusión se había salido de cualquier parámetro, la mayoría del público veía campeón al Tricolor y eso que enfrente estarían los argentinos, grandes favoritos para quedarse con la Copa. Ahí sí que pesó la inexperiencia al momento de jugar un encuentro de tal magnitud. La hazaña se estaba logrando con el gol de Benjamín Galindo al minuto 67. La locura total entre los seguidores del equipo mexicano. El país prácticamente se paralizó durante el tiempo del cotejo. Para desgracia de los mexicanos, la diferencia en cuanto a la sapiencia para encarar este tipo de juegos fue clave, porque teniendo la ventaja en el marcador, al Tri se le escapó la ocasión para coronarse. Un par de fallas en marcación en jugadas aparentemente de rutina propiciaron que el goleador argentino Gabriel Omar Batistuta aniquilara el sueño del Tri. El atacante pampero se sacudió a Ramón Ramírez para fusilar a Jorge Campos en un par de situaciones y todo se derrumbó. Argentina hacía buenos los pronósticos y le ganaba al sorprendente México. “Había sentimientos encontrados porque por un lado estábamos muy tristes y dolidos por la derrota, sentíamos que el triunfo estaba al alcance y que estábamos cerca de ganar el título, pero también estaba la sensación de que habíamos hecho algo muy importante, algo que no se había hecho antes y eso era motivo de orgullo. “Claro que a nadie le gusta perder, pero también dicen que hay formas, y la nuestra fue una forma bastante decente por así decirlo de ser subcampeones, nos faltó poco”, señala Campos. Con las medallas de segundo lugar, los jugadores del Tricolor y Mejía Barón fueron recibidos como héroes en su regreso a México, hubo paseo por las calles y una recepción con el entonces Presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari. Todo un acontecimiento que marcó las carreras de quienes fueron parte de ese equipo. “Creo que fue y será inolvidable para todos los que tuvimos la fortuna de jugar en esa Selección, fueron momentos increíbles, el cariño de la gente, el reconocimiento de todos a nuestro trabajo, la unión que se creó en torno a ese equipo, en fin, todo fue realmente maravilloso. “Es cierto que no ganamos el título y es una espina que se quedó clavada, por supuesto que no estábamos contentos con la derrota, para nada, hubo lágrimas y sentimiento de coraje porque no se ganó, pero al final fue una gran experiencia para todos”, indica el “Maestro” Galindo. A 18 años de distancia de esa histórica primera participación en Copa América, el Tricolor llega a este certamen en su edición del 2011, a jugarse en Argentina, con una expectativa baja debido a que debe disputar el campeonato con una Selección Sub-22 reforzada con cinco jugadores mayores, aunque la posibilidad de la sorpresa siempre estará latente.
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