Editorial Mediotiempo
Ciudad de México
Dick Fosbury tomó impulso y brincó el listón de espaldas para desatar la euforia de un Estadio Olímpico Universitario enardecido. El estadounidense, de entonces 21 años, era prácticamente un desconocido para el mundo en aquellos Juegos Olímpicos México 68. Casi tanto como su innovadora técnica en el salto de altura.
El nacido en Oregon, Estados Unidos, logró colgarse la Medalla de Oro gracias a su marca de 2.24 metros con la que estableció un nuevo récord olímpico. Pero más allá de los galardones, el bautizado Fosbury Flop fue el mayor legado de Dick, pues hasta la fecha es la técnica utilizada por todos los atletas en el mundo.
“Mis resultados fueron exitosos pero fueron después de perder muchas veces, fue cuando descubrí esta nueva forma de saltar hacia atrás que pude saltar alto y ser mejor competidor. No sabía que ningún otro competidor la usaba pero después de aquí, en México 50 años atrás, se lo mostré al mundo y es hoy universal; estoy feliz de que puedan saltar más altos y espero a un nuevo inventor para una nueva técnica, ¿por qué no?”, dijo Fosbury en la celebración del 50 Aniversario de México 68.
La vida del saltador de altura no volvió a ser la misma después de aquel octubre de 1968. No solo por la fama adquirida, sino por la cosmovisión que adquirió tras codearse con atletas de todo el orbe.
“Es impresionante recordar el pasado porque yo era un joven estudiante, estudiaba ingeniería en la universidad, nunca competí internacionalmente antes, así que estaba nervioso pero me sentí positivo de que esto podría ser un buen desafío y todo cambió mi vida, venir a la Villa Olímpica, conocer gente de diferente color, diferentes países, distinta cultura, comida, música… me abrió los ojos para ver que tenemos más en común que conflictos, fue una hermosa lección que cambió mi vida, nunca lo olvidaré y por supuesto, tuve mi mejor desempeño al ganar la Medalla de Oro”, relató el ahora exatleta de 71 años.
Fosbury supo alternar su faceta como deportista de alto rendimiento con los estudios. Al cabo de unos años se convirtió en ingeniero civil, pero esos Juegos Olímpicos forjaron en él un carácter altruista y dedicó su vida a desarrollar obras en beneficio de la gente.
“Era estudiante en Oregon pero competía en USA por mi universidad y luego me enfoqué en mis estudios porque los deportes olímpicos son amateur. No podía vivir siendo saltador de altura, ahora soy ingeniero civil, hice deporte como parte de mi vida y me retiré como ingeniero, muy feliz y soñando hacer de este un mejor mundo con la ingeniería”, explicó.
“Volver a México 50 años después es una hermosa experiencia, volver con mis compañeros, estamos bendecidos de seguir vivos, de ser capaces de celebrar y hacerlo con mexicanos. Fue un evento que tuvo un gran impacto mundial, tengo muchos recuerdos de cómo crecí por mi experiencia aquí por mi victoria, adquirí confianza y eso cambió mi vida”.
Hace unos años a Fosbury le detectaron un tumor en la espalda, mismo que le extirparon tras un largo proceso que lo llevó a valorar aún más la vida.
“Me mantengo ejercitándome, hago deporte pero mi cuerpo cambió y no puedo mantenerme con actividad como antes pero me adapté. Tuve cáncer 10 años atrás y sobreviví a eso porque soy saludable, tuve un tumor en la espina dorsal que se me removió, me pusieron un poste en la vértebra, me dijeron que sobreviví por mi condición, desde entonces la vida es mejor, vivo lo mejor que puedo incluso cuando es un reto duro”, reveló.
Dick volvió 50 años después a aquel estadio Olímpico Universitario donde hizo historia. Caminó y esbozó esa misma sonrisa sincera con la que recibió la presea dorada en lo más alto del podio. “Fue una gran experiencia, estar en el campo hoy con los aros olímpicos, fue bonito ser parte de esta ceremonia”.
El nacido en Oregon, Estados Unidos, logró colgarse la Medalla de Oro gracias a su marca de 2.24 metros con la que estableció un nuevo récord olímpico. Pero más allá de los galardones, el bautizado Fosbury Flop fue el mayor legado de Dick, pues hasta la fecha es la técnica utilizada por todos los atletas en el mundo.
“Mis resultados fueron exitosos pero fueron después de perder muchas veces, fue cuando descubrí esta nueva forma de saltar hacia atrás que pude saltar alto y ser mejor competidor. No sabía que ningún otro competidor la usaba pero después de aquí, en México 50 años atrás, se lo mostré al mundo y es hoy universal; estoy feliz de que puedan saltar más altos y espero a un nuevo inventor para una nueva técnica, ¿por qué no?”, dijo Fosbury en la celebración del 50 Aniversario de México 68.
La vida del saltador de altura no volvió a ser la misma después de aquel octubre de 1968. No solo por la fama adquirida, sino por la cosmovisión que adquirió tras codearse con atletas de todo el orbe.
“Es impresionante recordar el pasado porque yo era un joven estudiante, estudiaba ingeniería en la universidad, nunca competí internacionalmente antes, así que estaba nervioso pero me sentí positivo de que esto podría ser un buen desafío y todo cambió mi vida, venir a la Villa Olímpica, conocer gente de diferente color, diferentes países, distinta cultura, comida, música… me abrió los ojos para ver que tenemos más en común que conflictos, fue una hermosa lección que cambió mi vida, nunca lo olvidaré y por supuesto, tuve mi mejor desempeño al ganar la Medalla de Oro”, relató el ahora exatleta de 71 años.
Fosbury supo alternar su faceta como deportista de alto rendimiento con los estudios. Al cabo de unos años se convirtió en ingeniero civil, pero esos Juegos Olímpicos forjaron en él un carácter altruista y dedicó su vida a desarrollar obras en beneficio de la gente.
“Era estudiante en Oregon pero competía en USA por mi universidad y luego me enfoqué en mis estudios porque los deportes olímpicos son amateur. No podía vivir siendo saltador de altura, ahora soy ingeniero civil, hice deporte como parte de mi vida y me retiré como ingeniero, muy feliz y soñando hacer de este un mejor mundo con la ingeniería”, explicó.
“Volver a México 50 años después es una hermosa experiencia, volver con mis compañeros, estamos bendecidos de seguir vivos, de ser capaces de celebrar y hacerlo con mexicanos. Fue un evento que tuvo un gran impacto mundial, tengo muchos recuerdos de cómo crecí por mi experiencia aquí por mi victoria, adquirí confianza y eso cambió mi vida”.
Hace unos años a Fosbury le detectaron un tumor en la espalda, mismo que le extirparon tras un largo proceso que lo llevó a valorar aún más la vida.
“Me mantengo ejercitándome, hago deporte pero mi cuerpo cambió y no puedo mantenerme con actividad como antes pero me adapté. Tuve cáncer 10 años atrás y sobreviví a eso porque soy saludable, tuve un tumor en la espina dorsal que se me removió, me pusieron un poste en la vértebra, me dijeron que sobreviví por mi condición, desde entonces la vida es mejor, vivo lo mejor que puedo incluso cuando es un reto duro”, reveló.
Dick volvió 50 años después a aquel estadio Olímpico Universitario donde hizo historia. Caminó y esbozó esa misma sonrisa sincera con la que recibió la presea dorada en lo más alto del podio. “Fue una gran experiencia, estar en el campo hoy con los aros olímpicos, fue bonito ser parte de esta ceremonia”.