Editorial Mediotiempo
Estadio AZul
Tarde de sábado familiar y Los recuerdos vinieron a la mente. Algunos muy lejanos y otros apenas con vigencia de hace un año. Hoy la nostalgia del Estadio Azul recorrió las emociones de los miles de aficionados que se dieron cita.
Sí, el Coloso de la Noche Buena que se niega a "morir" presumió una tarde de futbol, de Clásico Joven, de antaño con el Juego de Leyendas entre la Máquina de Cruz Azul y las Águilas del América.
A un costado de su "hermana", la Plaza de Toros, el Azul lució sus mejores galas para recibir a los históricos de ambas instituciones. Nada le arruinó la tarde. La cancha, que recibe poco mantenimiento ante la nula exigencia por albergar partidos, lució en perfectas condiciones y un color verde inconfundible de un césped sano y que añora el balón.
Durante la semana se realizaron trabajos de acondicionamiento. Los vestidores ya no existían y fueron nuevamente montados, al igual que la sala de prensa. Los palcos fueron desempolvados, todo para poner en su punto al recuento que apenas este año le dijo adiós a sus inquilinos favoritos; la Máquina de Cruz Azul.
El recinto se resiste a pasar a la historia en la memoria de todos aquellos que vivieron alegrías y padecieron penas. La publicidad dice que es el último juego, sin embargo, el tiempo pasa y las formas de decir adiós solo cambian. Hoy es una más de ellas.
Sí, el Coloso de la Noche Buena que se niega a "morir" presumió una tarde de futbol, de Clásico Joven, de antaño con el Juego de Leyendas entre la Máquina de Cruz Azul y las Águilas del América.
A un costado de su "hermana", la Plaza de Toros, el Azul lució sus mejores galas para recibir a los históricos de ambas instituciones. Nada le arruinó la tarde. La cancha, que recibe poco mantenimiento ante la nula exigencia por albergar partidos, lució en perfectas condiciones y un color verde inconfundible de un césped sano y que añora el balón.
Durante la semana se realizaron trabajos de acondicionamiento. Los vestidores ya no existían y fueron nuevamente montados, al igual que la sala de prensa. Los palcos fueron desempolvados, todo para poner en su punto al recuento que apenas este año le dijo adiós a sus inquilinos favoritos; la Máquina de Cruz Azul.
El recinto se resiste a pasar a la historia en la memoria de todos aquellos que vivieron alegrías y padecieron penas. La publicidad dice que es el último juego, sin embargo, el tiempo pasa y las formas de decir adiós solo cambian. Hoy es una más de ellas.