
Aunque fue una práctica que se realizó desde el año 2002, pero que gracias a la Asociación Mexicana de Futbolistas Profesionales (AMFPro) desapareció, el Pacto de Caballeros fue un modelo de negocio y un sistema de contrataciones "bajo el agua" entre los futbolistas, los equipos donde se formaron y los clubes que querían contratar.
Este Pacto de Caballeros, literal era un acuerdo de palabra al que llegaban jugadores y equipos, y del que la FIFA no tenía control alguno, como sí sucede en Europa y otros lugares del Mundo.
Dicho "arreglo" se trataba, en pocas palabras, de asegurar una ganancia económica para el club dueño de la carta, éste tenía que autorizar si su futbolista jugaba o no con otro club, siempre y cuando recibiera el monto acordado, de lo contrario el jugador era obligado a permanecer donde estaba y no podía negociar por su cuenta, pues era bloqueado.
Incluso si su contrato ya estaba por expirar, el jugador no podía siquiera acercarse a otro club; todo lo contrario sucede en Europa, pues los futbolistas pueden firmar con otro equipo faltando seis meses de contrato, obvio con la certeza de que no habrá una renovación o algo que le impida militar con el siguiente.
Efectivamente los jugadores no soportarían más este tipo de tratos y fue en 2018 cuando lograron derrocar, aparentemente, el Pacto de Caballeros, generando un nuevo reglamento de transferencias que garantizan la dignidad y libertad de jugar donde elijan los futbolistas.
Tras varios escándalos, jugadores que declararon haber sido afectados y varias investigaciones de la Cofece por supuesto desvío de dinero, fue la propia Liga MX quien aprobó este reglamento de Transferencias y Contrataciones, poniendo fin al Pacto de Caballeros, que a partir de este Apertura 2019 ya está vigente.