Editorial Mediotiempo
Estadio Azteca, Ciudad de México
Luego de 40 minutos de trayecto desde el Estadio Azul, la porra de Cruz Azul llegó a tiempo al Azteca y a pesar de toparse con afición del América, el ambiente de respeto imperó. Eso sí, los cánticos ofensivos fueron el himno de todos los seguidores celestes.
Si bien el operativo de seguridad montado por la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México fue enfocado en las caravanas de ambos equipos del Clásico Joven, a la llegada de los azules los policías dejaron “libres” a todos los integrantes de la porra.
Incluso los camiones fueron desalojados sin supervisión de policías y poco a poco los mismos aficionados se organizaron para subir el puente del tren ligero y reunirse en la rampa del transporte público que desemboca al Nido.
Ahí todos se revolvieron con decenas de fanáticos de las Águilas que orgullosos llevaban camisetas y sudaderas amarillas, pero contrario a lo que se podría pensar con agresiones por parte de los celestes; esto no ocurrió.
Eso sí, cada vez que veían a grupos grandes con los colores del rival comenzaban los cánticos ofensivos que hasta causaron sonrisas del enemigo. Una vez todos reunidos entraron al estadio y tuvieron una última revisión en los torniquetes.
Si bien el operativo de seguridad montado por la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México fue enfocado en las caravanas de ambos equipos del Clásico Joven, a la llegada de los azules los policías dejaron “libres” a todos los integrantes de la porra.
Incluso los camiones fueron desalojados sin supervisión de policías y poco a poco los mismos aficionados se organizaron para subir el puente del tren ligero y reunirse en la rampa del transporte público que desemboca al Nido.
Ahí todos se revolvieron con decenas de fanáticos de las Águilas que orgullosos llevaban camisetas y sudaderas amarillas, pero contrario a lo que se podría pensar con agresiones por parte de los celestes; esto no ocurrió.
Eso sí, cada vez que veían a grupos grandes con los colores del rival comenzaban los cánticos ofensivos que hasta causaron sonrisas del enemigo. Una vez todos reunidos entraron al estadio y tuvieron una última revisión en los torniquetes.