Editorial Mediotiempo
Ciudad de México
Este martes inician las pruebas de la clase finn en la vela olímpica y justo en ese evento surgió alguien más grande que un medallista olímpico: Lawrence Lemieux.
Los Juegos de Seúl 1988 fueron la segunda experiencia olímpica para el canadiense. En Los Ángeles 1984 terminó en el sitio 13 y llegó a la justa coreana para mejorar su actuación.
Hasta la quinta regata, el velerista lo lograba. De manera parcial se encontraba en segunda posición; de forma virtual poseía la medalla de plata y con dos recorridos más estaría en el podio.
En el último día de competencias, el clima afectaba la competencia con vientos de casi 70km/h. Lemieux vio una embarcación en problemas: un competidor cayó al agua y el otro se aferraba a un bote a punto de voltear.
El héroe canadiense salió de su competencia y fue a rescatar a dos completos extraños. Era el velero de Singapur el que estaba en problemas, rescatando del mar a Joseph Chan, quien estaba tan lesionado que no pudo subir por sí mismo al bote; después fueron por Shaw Her Siew y también lo llevaron a bordo.
Lawrence esperó a que arribaran los salvavidas, mientras a lo lejos se despedía de su medalla olímpica y veía al resto de los competidores de su prueba superar su resultado.
Un barco de la Marina Coreana se encargó de los lesionados y hasta entonces Lemieux regresó a la competencia: terminó en el sitio 22 de 32 embarcaciones.
"La primera regla de la vela es: 'si ves a alguien en problemas, debes de ayudarle'. Cuando vi a lo lejos, pensé que no necesitarían mi ayuda, pero al ver que no podían subir a su bote, me decidí a ir a ayudarlos", recuerda Lemieux.
La Unión Internacional de Vela decidió otorgarle la medalla de plata que habría obtenido si no hubiese abandonado la competencia y, cuatro años después, le otorgaron la Medalla ‘Pierre de Coubertine’ que solo han recibido 12 personas en la historia de los Juegos Olímpicos Modernos.
Los Juegos de Seúl 1988 fueron la segunda experiencia olímpica para el canadiense. En Los Ángeles 1984 terminó en el sitio 13 y llegó a la justa coreana para mejorar su actuación.
Hasta la quinta regata, el velerista lo lograba. De manera parcial se encontraba en segunda posición; de forma virtual poseía la medalla de plata y con dos recorridos más estaría en el podio.
En el último día de competencias, el clima afectaba la competencia con vientos de casi 70km/h. Lemieux vio una embarcación en problemas: un competidor cayó al agua y el otro se aferraba a un bote a punto de voltear.
El héroe canadiense salió de su competencia y fue a rescatar a dos completos extraños. Era el velero de Singapur el que estaba en problemas, rescatando del mar a Joseph Chan, quien estaba tan lesionado que no pudo subir por sí mismo al bote; después fueron por Shaw Her Siew y también lo llevaron a bordo.
Lawrence esperó a que arribaran los salvavidas, mientras a lo lejos se despedía de su medalla olímpica y veía al resto de los competidores de su prueba superar su resultado.
Un barco de la Marina Coreana se encargó de los lesionados y hasta entonces Lemieux regresó a la competencia: terminó en el sitio 22 de 32 embarcaciones.
"La primera regla de la vela es: 'si ves a alguien en problemas, debes de ayudarle'. Cuando vi a lo lejos, pensé que no necesitarían mi ayuda, pero al ver que no podían subir a su bote, me decidí a ir a ayudarlos", recuerda Lemieux.
La Unión Internacional de Vela decidió otorgarle la medalla de plata que habría obtenido si no hubiese abandonado la competencia y, cuatro años después, le otorgaron la Medalla ‘Pierre de Coubertine’ que solo han recibido 12 personas en la historia de los Juegos Olímpicos Modernos.
