
Cuando se habla de medallistas olímpicos mexicanos, nombres como Ana Gabriela Guevara o María del Rosario Espinoza podrían venir a la mente. Pero, ¿y si te dijera que uno de los medallistas más icónicos de México fue un sargento del ejército? Sí, estamos hablando de José Pedraza Zúñiga, el hombre que puso la marcha atlética mexicana en el mapa mundial.
Primeros pasos: De Michoacán al estrellato
Nacido el 19 de septiembre de 1937 en La Mojonera, Municipio de Nahuatzen, Michoacán, José Pedraza Zúñiga llevó el apodo de "José Sargento Pedraza" como un estandarte de orgullo. Militar de carrera, Pedraza ingresó en el Ejército Mexicano a los 15 años, inspirado por los soldados que patrullaban su estado natal. Pero su verdadero llamado estaba en el deporte, más específicamente en la marcha atlética.
Ascenso a la fama: de obstáculos a medallas
Aunque inicialmente se preparó para competir en pruebas de obstáculos y distancias largas, su destino cambió cuando conoció a Eutiquio del Valle Alquicira. En apenas 15 días de entrenamiento, Pedraza ganó su primera competencia en caminata, dejando claro que estaba destinado para grandes cosas.
Logros destacados
- Medalla de Plata en los Juegos Olímpicos de México 1968: En una final emocionante, Pedraza se llevó la plata en la marcha de 20 km, siendo la única medalla que México ganó en atletismo durante esos juegos.

- Campeón Centroamericano en Puerto Rico 1966: A los 29 años, Pedraza comenzó a recibir reconocimientos internacionales.
- Medalla de Plata en los Panamericanos de Winnipeg-67: Un preludio a su éxito olímpico.
Impacto y legado
Pedraza no solo fue un atleta excepcional; fue una inspiración para futuras generaciones. Su impacto se sintió no solo en la pista sino también fuera de ella, donde trabajó como entrenador y motivador.
El hombre detrás de las medallas
Pero Pedraza era mucho más que un atleta y militar. Era un hombre de palabras directas pero llenas de verdad, que siempre pugnó por dejar un legado duradero en el deporte mexicano. A pesar de los desafíos y la falta de reconocimiento, su espíritu nunca flaqueó.
Un sargento inmortal
José Pedraza Zúñiga falleció el 1 de junio de 1998, pero su legado sigue vivo. Como él mismo dijo: "Mi mayor deseo es ver que los niños y los jóvenes de nuestro país tengan, quizá como yo, una oportunidad para progresar". Y vaya que lo logró, dejando un impacto imborrable en el deporte mexicano.