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Un Messi de juguete y un balón; una tregua al éxodo de la Caravana Migrante

Miles de migrantes se refugian en México y encuentran en el deporte una distracción.

Días atrás se realizó en Gran Premio de México. (Foto: MT)
Días atrás se realizó en Gran Premio de México. (Foto: MT)
Martín Avilés
Ciudad de México

Julián sujeta con la mano derecha un Lionel Messi de juguete y da un brinco de alegría. “¡Gol!”, exclama mientras no pierde de vista el balón que da un par de botes dentro de una de las porterías de la cancha de futbol 7 ubicada en la Ciudad Deportiva de la Magdalena Mixhuca.


Este niño hondureño lleva dos días instalado junto a su familia en el albergue temporal que las autoridades mexicanas dispusieron dentro del inmueble, justo entre la parte trasera del Foro Sol y el Estadio Jesús “Palillo” Martínez, producto del inminente éxodo de centroamericanos expulsados por la violencia en sus países.


Julián Orlando González Estrada apenas tiene 10 años y no entiende muy bien por qué razón ha tenido que recorrer más de 1,500 kilómetros para huir de casa. Pero él no suelta el Messi de plástico que le reglaron en el trayecto y mira atento uno de los partidos que organiza la alcaldía de Iztacalco para regalar un momento ameno a los miles de migrantes asilados en la capital mexicana.


“Nos han tratado de maravilla, hay apoyo. Desde que salí de mi país mi pensamiento es llegar a Estados Unidos. Es por la pobreza, es la pobreza, la economía, la violencia es lo que me ha llevado a tomar esta decisión”, dice a Mediotiempo Lourdes Jimena González, tía del menor.


“Lo más difícil es caminar, el frío y el hambre. Pero gracias a dios, siempre hay personas buenas. Con el niño venimos caminando y viene sufriendo, paramos para que descanse”, continúa.


A la mamá de Julián le duele la cabeza –dice la tía–, probablemente por insolación de tantos días de trayecto. Permanece en la casa de campaña acoplada a un costado de la cancha que es hoy escenario perfecto para olvidar por un momento el mal sabor de boca. Ahí, salvadoreños y hondureños no entienden de guerras y hablan el idioma universal de la pelota.

“Nosotros quizás podemos quitarles un poco el estrés que tienen”, explica el profesor Álvaro Gallardo, quien funge como árbitro en el mini torneo. “Somos voluntarios, vinimos 20 profesores de educación física. 

Es por la concentración que tienen aquí y obviamente preferimos mantenerlos ocupados a que anden En las calles en situaciones desfavorable; están con buena disposición y son organizados”.

En la cancha está Adalí López, de 19 años y vestido con la camiseta de Chivas. Salió “en jale” (de aventón) el 1 de noviembre desde Copán, Honduras, y recorrió 1,600 kilómetros para llegar a la CDMX. El joven anota el primer y único gol de su equipo y besa el escudo del Guadalajara ante una multitud que le aplaude su jugada.


“Se siente bonito que te mire toda la gente que está de Honduras y de México, es muy lindo. Soy de Chivas desde antes, en Honduras cuando era chico le empecé a ir. De Honduras me gusta el Olimpia y de Europa el Real Madrid”, cuenta el catracho, quien compró el jersey rojiblanco apenas cruzó la frontera en Chiapas.


Son las 11:55 de la mañana del miércoles 7 de noviembre. Cuatro días atrás llegaron los primeros centroamericanos de la Caravana Migrante, un grupo que huye de la violencia, principalmente en Honduras, donde  Juan Orlando Hernández se adjudicó las elecciones al vencer de forma polémica al periodista deportivoSalvador Nasarla, y ha sido azotada por la violencia y la crisis económica.

A unos metros del campamento otorgado por el gobierno capitalino y vigilado por diversas asociaciones defensoras de derechos humanos, está el Autódromo Hermanos Rodríguez, donde hace apenas dos semanas se realizó el Gran Premio de México de Fórmula 1, el evento deportivo que más derrama económica genera en el país.


El contraste entre una semana y otra evidencia la desigualdad social en la región. Si hace unos días por ahí caminaba gente vestida con ropa de diseñador y capaz de pagar boletos valuados en miles de pesos, ahora son personas en pobreza extrema las que se hacen filas interminables por un plato de comida.


“Queremos que primero, no se le haga sentir al migrante que se le hace un favor. No son delincuentes, hemos caminado desde hace 15 días con ellos desde Chiapas y son familias nobles, llenas de desesperanza, de frustración y temor por sobrevivir”, explica la maestra en ciencias penales y criminología, Ana Katiria Suárez.


“No buscan el Sueño Americano, buscan sobrevivir y si no nos podemos sensibilizar ante eso, no sé qué corazón lo pueda hacer”.


Y es que por ley, el estado mexicano está obligado a brindar ayuda humanitaria a los migrantes, debido a los convenios internacionales de los que forma parte, a pesar de eso, diversas personas se han mostrado en contra de este apoyo, como Don Javier, un vecino furioso por la escasez de agua en la zona, producto del mega corte.


Indignado, pide se escuchen las demandas de los colonos y no solo a las necesidades de los cerca de 5,500 migrantes refugiados.


“Vivo por el metro Mihxuca y no hay agua. Aquí en la Ciudad Deportiva tienen unos 15 tanques con agua, cada tanque viene saliendo como 500 litros de agua pero yo ni para bañarme tengo. Ellos tiran basura y es una asquerosidad tremenda, no son capaces ni de barrer, debe haber una o dos personas al mando para que puedan mandar a personas que dejen limpio, si no pueden, que no haya comida”, exige.


Pero para entender esta migración, hace falta ir un poco más atrás de las pasadas elecciones. El 28 de junio de 2009, tras meses de tensión, el Ejército recibió la orden emitida por la Corte Suprema para arrestar al entonces presidente Manuel Zelaya, quien fue sacado a la fuerza del país, en un golpe de Estado repudiado abiertamente por la comunidad internacional y la Asamblea General de la ONU.


A partir de ahí, Honduras se convirtió en uno de los países más sangrientos del mundo, tan solo en 2017, en la nación catracha hubo un promedio de 11 homicidios diarios y una tasa de 43.6 muertes violentas por cada 100 mil habitantes y siete de cada diez habitantes viven en la pobreza, según el Banco Mundial, todo esto producto de la represión y la falta de oportunidades.


“La desinformación es nuestro peor enemigo, México está como está por estar desinformados, por dejarnos ir por opiniones que criminalizan a la gente. Invito a que vengan y vean cómo viven estos bebés de cuatro añitos a los que llaman delincuentes. Las fronteras solo existen en el ser humano y se hicieron a partir de intereses políticos y económicos, pero ¿por qué somos diferentes, por qué tú mereces más ayuda que el de al lado?”, insiste Ana Katiria.


Debajo de unas de las fotografías del GP de México que decoran la barda que rodea la Ciudad Deportiva, está sentado Yael Torres. Pide a Mediotiempo apagar el micrófono pero accede a tomarse una foto que exhibe ese contrate entre la opulencia digna de las grandes marcas y los avances tecnológicos y ese sector de la población olvidado por el mundo.


“Lo más difícil es que te conmueve el corazón que tú vas bien, pero otros se quedan”, asegura Adalí López. “Tú vas solo, te suben en un jalón, pero las madres se quedan y eso uno lo lleva aquí (se señala el corazón), quisiera subirlos a todos aquí pero no pueden”.


Es el caso de Yael, quien tuvo que dejar a su mamá en Honduras y se separó de sus hermanos al huir de un grupo armado ya en territorio mexicano. A él no le interesa distraerse con el deporte, no tiene cabeza para eso al sentirse solo.


“Lo único que buscan es sobrevivir. De todos los delincuentes de los que hablan los medios de comunicación, ¿por qué no nos cuestionamos si no son tretas políticas? No voy a ahondar en eso, yo solo puedo hablar de lo que he visto”, refuerza Katiria Suárez.


Honduras tiene un desempleo del 6.7 por ciento y 1.5 millones de personas en el subempleo (fuera de la legalidad), según la Secretaría del Trabajo de este país, por lo que más allá de que el deporte sea una distracción, especialmente para ellos es una opción tangible para salir adelante.


“Sí he soñado (con ser jugador profesional), es el sueño de todo al que le apasiona el futbol, jugar en primera o segunda división pero ser profesional, sea como sea pero jugar. Ya son pocas las posibilidades de ser futbolista, pero ¿por qué no soñar?”, afirma Adalí, quien ve a Alan Pulido como su jugador favorito de Chivas.


Julián agita su juguete con la forma de Messi y mueve una de sus piernas tratando de imitar un disparo que recién vio en la cancha de la Mixhuca. El futbol es sin duda su único escaparate en estos momentos de una esfera de incertidumbre y sufrimiento.


“El deporte ayuda a distraernos, a él (Julián) le gusta el futbol, ahí se detiene para ver y se entretiene”, comenta su tía Lourdes, quien confirma que La Pulga es el jugador favorito del pequeño, quien vestido con la playera con la que la Selección Mexicana disputó el Mundial 2002, revira: pero Ronaldo también”.

Mediotiempo

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