
A los futbolistas se suele asociar con una imagen de que despilfarran el dinero en lujos, como automóviles deportivos, pero no todos tienen ese gusto, como le ocurrió a Jonny Magallón, defensa mexicano que estuvo gran parte de su carrera en Chivas.
El zaguero estuvo como invitado en el podcast Capitán Financiero, donde recordó que fue uno de los casos que debutó profesionalmente a los 24 años, que ocurrió en el 2005 en el Rebaño Sagrado, donde recibió como regalo un Jetta del club por llegar a Primera División, un carro que mantuvo durante cuatro años pese a ya tener un sueldo como profesional.
“Lo de los autos es bien importante, del 2005 al 2009, que ya casi me iba al Mundial, duré con el Jetta que me regalaron en Chivas y todos mis compañeros ya traían sus Audi, BMW y me decían ‘¿cuándo vas a cambiar?’. Y compré una casa, otra en mi pueblo, un terreno en Ocotlán para una casa de campo para la familia y a mí el carro no me importaba, con que me moviera y ya en 2009 compré mi primer carro de agencia, duré cuatro años con él, lo vendí y todavía tengo el que cambié en el 2013, todavía lo tengo y compré dos, tres camionetas familiares por uso”.
Es normal que los jugadores lo primero que hacen con sus premios y sueldo cuando debuten, es a apuntar por un carro de lujo, como un Audi o BMW, pero él se mantuvo hasta los 28 años con un Jetta que tuvo como regalo.

Por eso uno de sus consejos en el aspecto financiero es el de no tratar de aparentar comprándose carros cada año, ya que son gastos que pueden durar muchos años si se cuidan bien.
“El aparentar está bien, pero no lo cambies cada año, los carros son para muchos años y si los cuidas bien, el que tengo ya tiene 11 años. Los carros duran si los cuidas, si compras un carro de alta gama, son carros para ocho, 10 años”
La peor inversión de Magallón
El ahora exfutbolista habló de sus peores inversiones durante su etapa como jugador, las cuales fueron restaurantes que puso en Estados Unidos y León, pero terminó cerrándolos por no hacer estudios de mercado y la falta de tiempo para ponerle la atención que merece un negocio.
“La peor inversión es intentar, sin conocimiento, este par de restaurantes. Uno fue en Estados Unidos y otro en León. El de Estados Unidos mi amigo ya tiene sucursales encaminadas y mi amigo quiso poner uno donde creyó que podía pegar y le fallamos. Al pueblo era uno que en invierno se iba mucha gente de allí y caminó unos meses y otros no. En León no se hizo un estudio de mercado y ahí no íbamos mal, pero terminé saliendo de León, me fui a Argentina y los tiempos no se acomodaron. El otro socio estaba en el equipo y el otro tiene una empresa de suelas y ninguno de los tres tenía el tiempo suficiente. Pierdes mucho y no te quedas conforme, esas fueron las peores inversiones”.
