
Un aire distinto se respiraba ese 20 de noviembre de 1985 en el Zócalo del entonces Distrito Federal. Decenas de miles abarrotaron con entusiasmo las calles del soleado Centro Histórico para presenciar a dos de las figuras deportivas más grandes de México en su época y, eventualmente, de todos los tiempos. Ese día, Fernando ‘El Toro’ Valenzuela y Hugo Sánchez “robaron cámara” en el gran desfile deportivo de la Revolución.
Acompañados de Aurelio López y Rafael Septién, otras dos instituciones del deporte mexicano en el beisbol y el futbol americano, respectivamente, ‘El Toro’ Valenzuela y el ‘Pentapichichi’ levantaron el ánimo de una ciudad sacudida dos meses atrás por el terremoto del 19 de septiembre y fueron el centro de atención en aquel gran desfile, escenas que quedaron enmarcadas en las páginas del diario deportivo La Afición.
“Yo vine por conocer a Fernando Valenzuela”, dijo Doña Carmen Sayajo Mendoza, una anciana de 83 años evidentemente enferma con dificultades para caminar, según el testigo recolectado por Maru Jiménez Caliz. “Además vengo porque México es lindo y querido. Es mi patria y la amo”.
Mientras las paletas de hielo se vendían a 50 pesos sobre las calurosas calles del D.F., los tradicionales “telescopios” hechos con dos espejos y unidos en una pieza de cartón se cotizaban en 150 pesos. Todo valdría la pena para resistir el calor y ver a dos de los atletas más importantes en la historia de México.
Una vez llegando al zócalo capitalino, Fernando y Hugo dejaron “más complacidos al público asistente” cuando ofrecieron una demostración de sus habilidades frente al balcón presidencial del Palacio Nacional.

“El público, al oír por el altavoz que realizaría la presentación, se volcó sobre la plaza, a pesar de la seguridad con que se resguardaron las tribunas”, relató Maru Jiménez en las páginas del diario.
El ‘Toro’ Valenzuela, hizo algunos lanzamientos para demostrar la gran forma en la que había terminado aquella campaña de 1985, año en el que se acreditó 17 juegos ganados y una sensación de que pudo haber llegado hasta 20. Así lo hizo un año más tarde cuando registró 21 lauros, la cifra más alta de su carrera, el mismo año que estrenó un contrato por 3 temporadas y 5.5 millones de dólares.
Mientras las negociaciones de ese contrato se gestaban junto con su gran amigo y agente, Tony de Marco, Valenzuela disfrutaba del calor de la gente en aquella tarde soleada mientras Ernesto Peralta Quintero, joven catcher de la Academia de Pastejé, recibía emocionado los envíos de quien años más tarde vería su número retirado con Los Angeles Dodgers.

Por su parte, Hugo regresaba a casa para hacer una exhibición de dominadas después de sus primeras semanas con el Real Madrid, la misma temporada que hizo resonar su nombre en el Santiago Bernabeu con la obtención de su primer título de Liga, la Copa de la UEFA y, por supuesto, su primer Trofeo Pichichi con el uniforme blanco, el segundo de su trayectoria en España.
Aún cuando ambos ya estaban en la cumbre de sus carreras, esos días de noviembre marcaron la primera vez en la que Fernando Valenzuela y Hugo Sánchez se conocieron. Años más tarde, los dos máximos representantes del futbol y el beisbol en México aceptaron haberse encontrado menos veces de las que hubieran querido, pero el recuerdo de aquella calurosa tarde en el corazón del extinto Distrito Federal es imborrable.
