Las balas hicieron olvidar el excelente resultado, luego de haber vencido 3 a 1 al equipo de Iguala FC. El equipo completo viajaba en el precario camión que los dirigía a la desgracia y un trauma que pocos, o ninguno de los afectados podrá olvidar jamás.
Esa noche del 26 de septiembre de 2014 se desató el infierno en Iguala, Guerrero. Un comando armado conformado por policías municipales y miembros del cartel de “Guerreros unidos” arremetieron contra el equipo de tercera división de futbol, pensando que se trataba de estudiantes de la escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, quienes sufrían por otro lado de la ciudad otro tormento igual o peor de violento.
El primero en recibir el ataque fue el conductor quien perdió el control del camión y cayó en una zanja, la puerta quedó bloqueada y no había más luz que las ráfagas.
Se trataba de los Avispones de Chilpancingo, un grupo de muchachos entusiastas y amantes del futbol quienes vieron ante sus ojos, cuando las balas lanzadas por los cobardes, asesinaban a su compañero David Josué García Evangelista, conocido como El Zurdito, de apenas 15 años. También murieron esa noche el chofer del autobús, Víctor Manuel Lugo Ortiz, y Blanca Montiel Sánchez.
Han pasado cinco años desde aquella terrible desventura. Poco se sabe de los deportistas, ninguno persiste en el plantel; algunos dejaron de jugar, otros rebasaron la edad permitida, mientras que algunos más, se fueron de inmediato a otros equipos luego del doloroso incidente.
Apenas pasaron unos meses y los Avispones dejaron de recibir apoyo de la alcaldía de Chilpancingo, ahora son una asociación civil que sigue compitiendo, pero que carecen de un esquema de autosuficiencia financiera, no les alcanzaba ni siquiera para la inscripción y registro anual de los jugadores ante la Federación Mexicana de Futbol (FMF).
La pobreza también es violencia
El pasado 22 de Mayo del 2019, Mario Iván Rodríguez Navarrete, presidente del club de futbol Los Avispones, fue asesinado luego de un presunto secuestro. Desde entonces el actual equipo ha vivido la peor zozobra.
La pobreza ha sido una lacerante realidad que acompaña la vida de los jugadores de los Avispones cada uno de ellos recibe quinientos pesos quincenales y apenas mil pesos los foráneos.
En Agosto pasado el equipo fue notificado por la FMF que no podrían participar en el torneo a causa de los adeudos, por lo que los deportistas y sus familias salieron a las calles a “botear” y conseguir la cantidad de 58 mil pesos para la inscripción del equipo y 108,500 para el registro de los 35 jugadores. La situación era cada vez más demoledora pues no alcanzaban siquiera a conseguir el 30% de lo necesario, entonces, al convertirse en una situación mediática, el gobierno del Estado decidió patrocinarlos, aportándoles 160,000 pesos con lo que pudieron salvar el registro para buscar la copa de tercera división. El problema ahora es saber ¿qué sucederá en los próximos años? Pues los Avispones no cuentan con una forma de financiamiento. No se planeó nada para que fueran autosuficientes.
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Justicia para los olvidados
Pareciera que Los Avispones fueron olvidados por todos, no los mencionan en las marchas, ni en los discursos políticos; no aparecen en ninguna historia de ocho columnas en algún medio nacional, ni siquiera en uno Estatal. Pareciera que hubiesen sido borrados de la historia de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, aunque ellos también eran estudiantes; jóvenes sanos, con sueños, causas e ilusiones que fueron violentados a través del odio y la ambición.
El pasado 26 de Septiembre, al cumplirse el quinto aniversario de aquél triste episodio, los jóvenes se volvieron a reunir, todos con sus uniformes rojos y encima una playera blanca con el número 28 con la leyenda “Zurdito”, recordando a su fallecido compañero David García.
“Somos los olvidados de Iguala” comenzaba su discurso Miguel Ríos, unas sentidas palabras que hacían estremecer a sus ex compañeros, a los actuales jugadores y familiares. “Se le olvida a todos que esa noche, además de nuestros compañeros de Ayotzinapa, nosotros también fuimos víctimas, que nos dolió y nos llenamos de terror, que perdimos a un amigo, que perdimos la paz, las ilusiones y nadie nos ha preguntado ¿cómo están?”. Desde aquel humilde atril y con la fotografía del “Zurdito” a las espaldas en blanco y negro, hacían un llamado para que las autoridades federales los incluyan en la Comisión de Acceso a la Verdad para el "Caso Ayotzinapa", pues hasta el momento no han recibido ningún tipo de apoyo.
Y cuando el evento parecía terminar, de pronto las miradas se fijaron en Roberta Evangelista, la madre de David. Tenía en su garganta el grito ahogado del dolor y las heridas abiertas “¡Justicia, queremos justicia! Qué los Avispones no sean olvidados. Yo sé que lo qué pasó con los normalistas también es doloroso, no me imagino también estar en el lugar de esos padres desesperados, buscando a sus hijos y sin saber nada de ellos, desgraciadamente a mi hijo ya lo enterré y sé dónde está”
Han pasado tantas cosas después de cinco años, tantas miles de noticias en el país, lamentablemente la mayoría de ellas llenas de violencia y barbaries.
Lo sucedido con Los Avispones debe de ser recordado por siempre, este fin de semana se deberían de guardar minutos de silencio en todos los estadios de futbol del país, para que nadie se olvide que la sangre inocente debe de ser honrada en el deporte, por siempre. Para que el silencio sea una manifestación estremecedora que clame por justicia.
Como decía el gran poeta Mario Benedetti: “Llora, pero nunca olvides”.