Tras revisar en la primera entrega a los propietarios de MLB ubicados en la parte baja del ranking económico —empresarios que, aun sin figurar entre las grandes fortunas del deporte mundial, han sabido capitalizar el valor creciente de una franquicia de Grandes Ligas—, en esta segunda parte avanzamos un escalón más en la pirámide financiera de la liga.
Aquí aparecen dueños con patrimonios más robustos, construidos desde industrias tradicionales como alimentos, medios de comunicación y finanzas, pero también desde estructuras empresariales más complejas y diversificadas.
Estos diez propietarios representan un punto de inflexión dentro del ecosistema económico de MLB: ya que no se trata únicamente de preservar activos históricos o de administrar equipos con criterios de contención, sino de entender a las franquicias como vehículos de inversión de largo plazo, con impacto inmobiliario, mediático y regional. A medida que ascendemos en la lista —ordenada de forma ascendente según la fortuna de sus dueños— comenzamos a observar una mayor profesionalización en la gestión, estructuras de propiedad más sofisticadas y una visión que va más allá del terreno de juego.
Así, esta Parte 2 nos permite entender cómo el béisbol de Grandes Ligas funciona como un puente entre el viejo capital —forjado en empresas familiares y negocios tradicionales— y una nueva lógica de valorización deportiva, donde la estabilidad financiera, los derechos de medios y el crecimiento sostenido de la marca pesan tanto como los resultados deportivos.
En las siguientes líneas, analizamos a los diez propietarios que ocupan este tramo intermedio del ranking económico de MLB y el camino que los llevó a controlar algunas de las franquicias más emblemáticas del béisbol profesional.
En la posición 20, Thomas Tom Ricketts, no proviene de una fortuna “de la nada”, pero sí supo consolidarla a partir de una de las grandes revoluciones financieras de las últimas décadas: la democratización del mercado de valores minorista. Su padre, Joe Ricketts, fundó la firma de corretaje Ameritrade, que con el tiempo se transformó en TD Ameritrade, una de las principales plataformas de inversión online en Estados Unidos.
Este negocio pionero en operaciones bursátiles accesibles fue la base de la riqueza familiar: la empresa salió a bolsa y, tras una expansión estratégica que incluyó la adquisición de TD Waterhouse en 2006, se convirtió en una pieza central del mercado de servicios financieros modernos.
Tom, por su parte, no solo heredó parte de ese legado: también construyó su propia trayectoria empresarial. En 1999 cofundó Incapital LLC, una firma de servicios de inversión especializada en la colocación de bonos corporativos mediante una amplia red de intermediarios. Aunque Incapital es una empresa privada —lo que dificulta estimar con precisión cuánto de la fortuna de Ricketts proviene directamente de ella—, desempeñó un papel clave en su consolidación como empresario dentro del sector financiero, reforzando un perfil que combinaba capital familiar con experiencia directa en mercados de inversión.
La combinación de esa fortuna familiar y las capacidades financieras de Tom le permitió, en octubre de 2009, encabezar la compra de los Chicago Cubs y el histórico Wrigley Field a la Tribune Company por aproximadamente $ 845 millones de dólares. La transacción aseguró a los Ricketts el control mayoritario de una de las franquicias más icónicas de las Grandes Ligas, además de 25 % de Comcast SportsNet Chicago, marcando un antes y un después en la gestión deportiva de la organización.
Desde entonces, la inversión en infraestructura, marca y negocio alrededor de la franquicia ha sido considerable. El valor de los Cubs se ha disparado en la última década y media: para 2025, las estimaciones más recientes colocan la franquicia en alrededor de los $ 4.6 mil millones de dólares, ubicándola entre los equipos más valiosos de MLB. Este crecimiento no solo refleja la fuerte apreciación del béisbol como activo de inversión, sino también el peso de Wrigley Field, los contratos de medios y la sólida base de fanáticos del club.
En términos personales, a pesar del enorme valor de la franquicia que preside, el patrimonio neto individual de Tom Ricketts —señalado por algunas estimaciones en alrededor de $2.3 billones de dólares— proviene de su participación en el negocio financiero familiar y sus propias iniciativas empresariales, más allá del activo deportivo que ahora dirige.
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John Stanton se coloca en la posición 19. Construyó su fortuna principalmente en el sector tecnológico, específicamente en la industria de las telecomunicaciones inalámbricas.
Fue uno de los primeros inversionistas y ejecutivos clave de McCaw Cellular Communications, empresa pionera en telefonía móvil en Estados Unidos que más tarde sería adquirida por AT&T en 1994 por cerca de $ 12.6 mil millones de dólares, una de las operaciones más relevantes de la época. Tras esa venta, Stanton continuó su carrera como inversionista y directivo en el sector, participando en diversas compañías tecnológicas y fondos de capital, lo que le permitió consolidar un patrimonio personal estimado hoy en más de $ 2.4 billones de dólares.
La relación de Stanton con el béisbol profesional comenzó mucho antes de convertirse en dueño mayoritario. En 1992 ingresó como socio minoritario de los Seattle Mariners, en un momento crítico para la franquicia, cuando existía un riesgo real de que el equipo abandonara la ciudad. Durante décadas mantuvo una participación activa como inversionista, construyendo una reputación de estabilidad financiera y compromiso con el mercado de Seattle. Esa trayectoria le permitió, con el paso del tiempo, posicionarse como la figura natural para asumir el control del club.
En 2016, Stanton encabezó un grupo de inversionistas locales que adquirió la participación mayoritaria de los Mariners, convirtiéndose oficialmente en chairman y principal propietario del equipo. La operación fue vista como un movimiento estratégico para asegurar que la franquicia permaneciera en manos de capital local, manteniendo su arraigo en la región del noroeste del país. Bajo su gestión, la organización ha enfatizado una administración prudente, inversiones sostenidas en desarrollo de talento, analítica avanzada e infraestructura deportiva, buscando competitividad sin comprometer la estabilidad financiera.
En cuanto al valor del activo, los Seattle Mariners han experimentado una apreciación significativa en la última década. Las estimaciones más recientes sitúan el valor de la franquicia en aproximadamente $ 2.2 a $ 2.3 mil millones de dólares, reflejando el crecimiento general de MLB como negocio, el atractivo del mercado de Seattle y la solidez de sus contratos de medios.
Para Stanton, el equipo representa tanto una inversión de largo plazo como un compromiso personal con la ciudad, combinando visión empresarial, paciencia financiera y una apuesta sostenida por la permanencia y relevancia del béisbol en el noroeste estadounidense.

La posición 18 la ocupa Jim Crane quien forjó su fortuna en el sector de logística y transporte industrial, particularmente en el manejo de carga pesada, acero y materiales a granel. En 1984 fundó Eagle Global Logistics (EGL), empresa que creció de forma acelerada hasta convertirse en un actor relevante del transporte internacional y la cadena de suministro.
En 2007, Crane vendió EGL a CEVA Logistics por aproximadamente $ 2.0 mil millones de dólares, operación que lo colocó definitivamente entre los grandes empresarios del sector logístico. Posteriormente, tras recomprar activos de la compañía luego de su quiebra, creó Crane Worldwide Logistics, hoy con presencia en decenas de países y miles de empleados, consolidando así un patrimonio personal estimado en más de $ 2.4 billones de dólares.
Con esa base financiera sólida, Crane incursionó en el deporte profesional. En noviembre de 2011, encabezó el grupo que adquirió a los Houston Astros del empresario Drayton McLane Jr. por un monto cercano a $ 680 millones de dólares. La operación incluyó una condición clave impuesta por MLB: el cambio del equipo de la Liga Nacional a la Liga Americana a partir de la temporada 2013, movimiento que redefinió el panorama competitivo de la franquicia. Con esta compra, Crane asumió el control mayoritario del club y se convirtió en una de las figuras más influyentes dentro del ecosistema de Grandes Ligas.
Bajo la gestión de Crane, los Astros vivieron una transformación radical. El equipo pasó de una etapa inicial de reconstrucción profunda a convertirse en una potencia sostenida de MLB, con múltiples apariciones en Serie Mundial y campeonatos que elevaron considerablemente el valor de la marca. La estrategia combinó inversión en analítica, desarrollo de talento, estabilidad operativa y, en etapas posteriores, una mayor disposición al gasto en nómina, lo que consolidó a Houston como uno de los mercados deportivos más relevantes del país.
En términos financieros, esa evolución deportiva se reflejó directamente en la valuación del activo. Para 2025, los Houston Astros están valuados aproximadamente entre $ 2.3 y $ 2.5 mil millones de dólares, una apreciación extraordinaria respecto al precio pagado en 2011. Para Jim Crane, la franquicia representa el ejemplo perfecto de su modelo empresarial: adquirir activos con potencial subvaluado, invertir de manera estratégica y sostener una visión de largo plazo que combine competitividad deportiva con crecimiento económico continuo.
Para el lugar 17, a diferencia del modelo tradicional de propiedad individual o familiar que domina en MLB, los Atlanta Braves pertenecen a una estructura corporativa encabezada por Braves Holdings, LLC, empresa controlada por Liberty Media Corporation.
La fortuna detrás de esta entidad no proviene directamente del béisbol, sino del mundo de los medios, telecomunicaciones, entretenimiento y activos estratégicos, donde Liberty Media ha construido un imperio financiero mediante adquisiciones, escisiones y administración de participaciones de alto valor. Históricamente vinculada al empresario John C. Malone, una de las figuras más influyentes del capitalismo mediático estadounidense, Liberty Media ha acumulado un valor corporativo que supera los $ 2.5 billones de dólares, considerando activos, participaciones y capitalización de mercado.
La relación entre Liberty Media y los Braves se remonta a 2007, cuando la compañía adquirió una participación mayoritaria del equipo como parte de la compra de activos de Time Warner, que entonces era propietaria de la franquicia. En lugar de tratar a los Braves como un activo secundario, Liberty optó por integrarlos a su portafolio estratégico de deportes y entretenimiento.
Posteriormente, en 2016, consolidó su control total y estructuró formalmente al club bajo Braves Holdings, LLC, permitiendo una administración independiente, con enfoque directo en rentabilidad, crecimiento de marca y desarrollo inmobiliario.
Uno de los pilares del éxito financiero bajo esta gestión ha sido la creación de The Battery Atlanta, un ambicioso desarrollo inmobiliario alrededor del Truist Park. Este complejo —que integra restaurantes, hoteles, oficinas y espacios de entretenimiento— transformó a los Braves en una franquicia que genera ingresos más allá del calendario deportivo, posicionándola como un modelo de negocio híbrido entre deporte, real estate y entretenimiento. Este enfoque corporativo ha permitido diversificar fuentes de ingreso y reducir la dependencia exclusiva de derechos de televisión o taquilla.
Gracias a esta visión empresarial, el valor de los Atlanta Braves ha crecido de forma sostenida en la última década. Para 2025, las estimaciones más recientes sitúan a la franquicia en un rango aproximado de $ 2.8 a $ 3.0 mil millones de dólares, colocándola entre las organizaciones más valiosas de MLB. En este caso, el éxito de los Braves no solo refleja el rendimiento deportivo en el campo, sino la consolidación de un modelo corporativo moderno que demuestra cómo una franquicia de Grandes Ligas puede operar como un activo financiero de escala mayor dentro de una plataforma empresarial global.

La familia Seidler se coloca en la posición 16 y construyó su fortuna en el sector de capital privado, inversión financiera y gestión de activos, muy lejos del deporte profesional. El origen del patrimonio familiar está ligado a Thomas H. Seidler, padre de Peter Seidler, quien fue uno de los primeros socios de The Blackstone Group, una de las firmas de private equity más influyentes del mundo.
Esa participación temprana en Blackstone —cuando aún era una firma emergente— permitió a la familia acumular una riqueza sustancial conforme el fondo creció hasta administrar cientos de miles de millones de dólares en activos a nivel global. Con el paso de los años, la familia consolidó su patrimonio a través de inversiones financieras diversificadas, alcanzando una fortuna estimada por encima de los 3 billones de dólares.
El vínculo de los Seidler con los San Diego Padres comenzó de manera progresiva. En 2012, un grupo encabezado por Ron Fowler adquirió la franquicia, y Peter Seidler ingresó inicialmente como socio minoritario.
A diferencia de otros inversionistas pasivos, Seidler se involucró activamente en la gobernanza del club, ganando peso dentro del grupo propietario. En 2020, tras la salida de Fowler como propietario principal, Peter Seidler asumió el control mayoritario de la franquicia, convirtiéndose en chairman y principal figura de decisión dentro de la organización.
Bajo la dirección de Seidler, los Padres experimentaron un cambio radical en su filosofía operativa. El club pasó de ser tradicionalmente conservador en gasto a adoptar una estrategia agresiva en inversión deportiva, reflejada en contratos récord, expansión de nómina y una apuesta clara por competir al más alto nivel, incluso en un mercado históricamente considerado “mediano”. Esta visión —más cercana a la lógica de private equity que a la gestión deportiva tradicional— buscó acelerar el crecimiento del valor de la franquicia mediante resultados deportivos, posicionamiento de marca y expansión de ingresos.
Ese giro estratégico tuvo un impacto directo en la valuación del equipo. Para 2025, los San Diego Padres están valuados aproximadamente entre $ 1.9 y $ 2.1 mil millones de dólares, una cifra muy superior a la valoración que tenía la franquicia al inicio de la década pasada. Para la familia Seidler, los Padres representan no solo una inversión financiera relevante, sino también un proyecto de legado: el uso de capital de gran escala para transformar una franquicia históricamente secundaria en un actor competitivo y comercialmente relevante dentro del ecosistema de Grandes Ligas.
En la posición 15 de nuestro listado, John Fisher quien es heredero y principal beneficiario de una de las fortunas más consolidadas del retail global. Su patrimonio se origina en Gap Inc., la cadena de ropa fundada en 1969 por sus padres, Donald y Doris Fisher, que con el paso de las décadas se convirtió en un gigante internacional del sector textil. La expansión global de Gap, junto con marcas complementarias como Old Navy y Banana Republic, cimentó la riqueza familiar, de la cual John Fisher administra una porción sustancial, estimada hoy en más de $ 3.6 billones de dólares. A diferencia de otros dueños que construyeron su fortuna desde cero, Fisher representa el modelo de capital heredado, aunque con un fuerte involucramiento directo en la gestión de activos deportivos.
La entrada de Fisher al béisbol profesional se dio en 2005, cuando encabezó el grupo que adquirió a los Oakland Athletics del empresario Steve Schott por aproximadamente $ 180 millones de dólares. Desde el inicio, Fisher asumió el rol de propietario principal y presidente del club, heredando una franquicia con tradición histórica, pero también con limitaciones estructurales severas, especialmente en términos de estadio, ingresos y mercado. Su gestión estuvo marcada por una política financiera austera y por la constante búsqueda de una solución definitiva para la infraestructura del equipo.
En términos de valor, los Athletics han experimentado una apreciación significativa pese a sus problemas deportivos y de asistencia. Para 2025, la franquicia está valuada aproximadamente entre $ 1.2 y $ 1.3 mil millones de dólares, una cifra muy superior al precio pagado hace dos décadas, aunque aún por debajo del promedio de MLB. Esta brecha refleja tanto el potencial latente del club como las restricciones que históricamente impuso el mercado de Oakland y la falta de un estadio moderno.
En ese contexto, la mudanza a Las Vegas representa el movimiento más trascendental de la era Fisher. Más que un simple cambio de ciudad, se trata de una reconfiguración total del modelo de negocio de la franquicia. Las Vegas ofrece un mercado en expansión, fuerte apoyo institucional, un nuevo estadio financiado parcialmente con fondos públicos y un entorno favorable para patrocinios, turismo y eventos premium.
Para Fisher, el traslado simboliza la apuesta por desbloquear el verdadero valor económico del equipo, aun al costo de romper una relación histórica con Oakland. Desde una perspectiva estrictamente empresarial, el cambio busca transformar a los Athletics de un activo limitado a una franquicia alineada con la nueva economía del deporte, donde la ubicación, la infraestructura y la experiencia del aficionado son tan determinantes como el desempeño en el campo.
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El crecimiento acelerado de la compañía —impulsado por la expansión del shale y una agresiva estrategia de adquisiciones— convirtió a Energy Transfer en un actor clave del mercado energético norteamericano, lo que permitió a Davis acumular un patrimonio personal estimado en más de $ 3.8 billones de dólares.
Con esa base financiera, Davis incursionó en el deporte profesional a finales de la década pasada. En 2010, encabezó junto con el empresario Bob Simpson el grupo que adquirió a los Texas Rangers, en una operación particularmente compleja: el equipo se encontraba bajo protección por bancarrota y fue vendido mediante una subasta supervisada por la corte.
El consorcio liderado por Davis y Simpson pagó aproximadamente $ 593 millones de dólares, asegurando no solo la supervivencia de la franquicia, sino su permanencia en el área metropolitana de Dallas–Fort Worth. Davis asumió el rol de propietario principal, mientras Simpson quedó como copropietario y presidente ejecutivo.
Desde entonces, la gestión de los Rangers combinó disciplina financiera con inversiones estratégicas en momentos clave. El punto de inflexión llegó con la inauguración del Globe Life Field en 2020, un estadio de última generación que transformó el potencial de ingresos del club mediante palcos premium, eventos corporativos y mayor control sobre la experiencia del aficionado. Esa infraestructura sentó las bases para una mayor competitividad deportiva y para una valorización sostenida del activo.
Como resultado, el valor de los Texas Rangers ha crecido de manera significativa. Para 2025, las estimaciones sitúan a la franquicia en un rango aproximado de $ 2.3 a $ 2.5 mil millones de dólares, prácticamente cuadruplicando el precio pagado en 2010.
Para Ray Davis, los Rangers representan una extensión natural de su filosofía empresarial: adquirir activos en situaciones especiales, invertir en infraestructura crítica y ejecutar una visión de largo plazo donde la estabilidad financiera y el crecimiento del valor superan los ciclos deportivos inmediatos.
En la posición 13 tenemos a Jim Pohlad forma parte de la familia Pohlad, cuyo patrimonio comenzó a forjarse con su padre, Carl Pohlad, un financiero estadounidense que construyó un imperio diversificado en sectores como banca, bienes raíces, concesionarios de automóviles y embotelladoras de bebidas.
Carl empezó en la industria bancaria tras trabajar en distintos empleos durante la Gran Depresión, para luego expandirse a la compra y gestión de bancos, inversiones inmobiliarias y negocios de consumo. Con el tiempo, estas empresas consolidaron una fortuna familiar que Forbes estimó en más de $ 3.8 mil millones de dólares hacia mediados de los años 2010, posicionando a los Pohlads entre las familias más acaudaladas de Estados Unidos.
La entrada de los Pohlad al beisbol profesional se dio en 1984, cuando Carl Pohlad compró los Minnesota Twins por aproximadamente $ 44 millones de dólares, adquiriendo la franquicia del propietario anterior y asegurando que el equipo permaneciera en Minnesota.
Tras la muerte de Carl en 2009, sus hijos, entre ellos Jim Pohlad, heredaron la fortuna y el control de los negocios familiares, con Jim asumiendo el rol de chairman y principal responsable de los Twins durante varios años. Aunque la propiedad legal está en manos de toda la familia, Jim fue la cara visible de la gestión hasta que cedió el liderazgo operativo a su sobrino Joe Pohlad en 2022.
Desde la compra en los años 80, el valor de la franquicia ha aumentado de forma extraordinaria. En décadas pasadas, los Twins valían menos de 50 millones de dólares, pero con el crecimiento del mercado de los deportes profesionales y los ingresos por derechos televisivos, mercadotecnia y estadios modernos, su valor actual está estimado en aproximadamente entre $ 1.5 y $ 1.7 mil millones de dólares según múltiples análisis financieros y reportes recientes.
Este enorme crecimiento en valor refleja cómo activos deportivos bien gestionados pueden multiplicar su valor en el tiempo, aunque también incorpora factores como deuda significativa que la organización mantiene.

La familia Ilitch construyó su enorme fortuna principalmente alrededor de Little Caesars Pizza, la cadena de pizzerías que Marian Ilitch y su esposo, Michael “Mike” Ilitch, fundaron en 1959 con un pequeño local en Michigan, por esta razón están en la posición 12 de la lista.
A partir de esa modesta inversión inicial, Little Caesars creció hasta convertirse en una de las cadenas de pizza más grandes del mundo, con miles de restaurantes y más de $ 5 mil millones de dólares en ventas anuales, lo que ha sido la base principal del patrimonio familiar.
Además de la pizzería, la familia expandió sus inversiones hacia bienes raíces, entretenimiento y juegos de azar, incluyendo propiedades como el MotorCity Casino Hotel y proyectos de desarrollo urbano en Detroit a través de Ilitch Holdings. En 2025 Forbes estima el patrimonio neto de Marian Ilitch y su familia en alrededor de $ 6.9 mil millones de dólares, lo que los coloca entre los empresarios más ricos de Estados Unidos.
El ascenso de los Ilitch en el mundo deportivo comenzó con la compra de equipos profesionales. Tras consolidar su éxito con Little Caesars y otras inversiones, Mike Ilitch adquirió los Detroit Tigers en 1992 por aproximadamente $ 85 millones de dólares, comprándolos al fundador de Domino’s Pizza, Tom Monaghan.
Esta compra marcó la entrada de la familia en la Major League Baseball (MLB), ya que previamente habían adquirido los Detroit Red Wings de la NHL en 1982 y empezado a revitalizar franquicias en declive. Desde entonces, el equipo ha sido gestionado por la Ilitch family trust y, tras el fallecimiento de Mike en 2017, liderado en la práctica por sus hijos, con Christopher Ilitch supervisando las operaciones del club.
Desde su adquisición, el valor de la franquicia de los Detroit Tigers ha crecido de forma espectacular. Aunque en 1992 el precio de compra fue menos de $ 100 millones, las cifras actuales reflejan la enorme revalorización de los activos de la MLB: Forbes estimó el valor de los Tigers en aproximadamente $ 1.55 mil millones de dólares en 2025, situándolos entre los equipos más valiosos de la liga, aunque por debajo del promedio general de la MLB. Este incremento de valor se debe tanto al crecimiento de los ingresos televisivos y comerciales de la liga como a la estabilidad asociada con contar con un estadio moderno y una sólida base de aficionados en Detroit.

Y en la posición 11, William “Bill” DeWitt Jr. quien es un empresario y ejecutivo estadounidense con profundas raíces en el béisbol y en el mundo de las inversiones.
Hijo de William DeWitt Sr., reconocido gerente y dueño de equipos de Grandes Ligas en el siglo XX, DeWitt Jr. combinó desde joven su pasión por el deporte con una carrera empresarial sólida. Tras completar sus estudios en Yale y la Harvard Business School, se lanzó al mundo financiero y fue cofundador de la firma de inversiones Reynolds, DeWitt & Co., un vehículo empresarial que invirtió en diversas industrias, incluyendo franquicias de restaurantes como Arby’s y participaciones en la U.S. Playing Card Company, entre otros negocios de capital privado.
Esta diversificación y gestión de activos influyeron fuertemente en su fortuna personal, que distintas estimaciones situaban alrededor de 4 mil millones de dólares, colocándolo entre los dueños más ricos de las Grandes Ligas.
El paso de DeWitt al liderazgo de una franquicia deportiva importante se consolidó en 1996, cuando encabezó un grupo de inversionistas que compró a los St. Louis Cardinals de la Major League Baseball (MLB) a la cervecera Anheuser-Busch por aproximadamente $ 150 millones de dólares.
En esa transacción, DeWitt se convirtió en el propietario principal y presidente ejecutivo del equipo, comprometiéndose a mantener la franquicia en St. Louis y guiando su dirección tanto en lo deportivo como en lo comercial. Bajo su gestión, los Cardinals han experimentado uno de los periodos más estables en la historia moderna de la organización, con múltiples títulos de división, finales de Serie Mundial y dos campeonatos (2006 y 2011).
Desde la adquisición en los años noventa, el valor de la franquicia ha crecido enormemente, reflejando la expansión general del valor de los equipos deportivos en Estados Unidos. Según las estimaciones más recientes de Forbes, los St. Louis Cardinals están valorados en alrededor de $ 2.55 mil millones de dólares, ubicándolos entre los clubes más valiosos de la MLB, pese a no estar en los niveles máximos de mercado como los Yankees o los Dodgers. Esta apreciación del activo —de unos cientos de millones a varios miles de millones— subraya tanto la visión empresarial de DeWitt y su grupo como la potencia de los deportes profesionales como inversiones de largo plazo.
En conjunto, este tramo intermedio del ranking económico de propietarios de MLB confirma que el verdadero poder del béisbol moderno no reside únicamente en las megafortunas tecnológicas o en los magnates globales que dominan la cima de la lista, sino en empresarios y estructuras corporativas que supieron leer antes que nadie el potencial del deporte como activo financiero de largo plazo.
Desde capital heredado del retail y la banca, hasta fortunas forjadas en logística, energía, telecomunicaciones o private equity, todos los casos analizados comparten una constante: la capacidad de transformar franquicias históricas en plataformas de negocio cada vez más complejas, donde el valor se construye tanto fuera como dentro del diamante.
Esta Parte 2 deja claro que las Grandes Ligas funcionan hoy como un punto de convergencia entre tradición y sofisticación financiera. Los propietarios aquí analizados no solo administran equipos, sino ecosistemas que incluyen estadios, desarrollos inmobiliarios, derechos de medios, analítica avanzada y estrategias de marca global.
A medida que avanzamos hacia los niveles más altos del ranking, el patrón es evidente: el éxito sostenido en MLB ya no depende exclusivamente de resultados deportivos, sino de visión empresarial, paciencia de capital y una comprensión profunda de cómo el deporte profesional se ha convertido en uno de los activos más sólidos y resilientes de la economía del entretenimiento global…Soy Javier Balseca y esto fue: Los dineros del deporte.
Javier Balseca. Lic Marketing con especialidad en Sports Mkt e industria del entretenimiento. Catedrático de sports Mkt Anáhuac y Tec de Monterrey; representante comercial de equipos profesionales de Liga MX, LMB, LMP y columnista en medios y conferencista.
