Era 1989 cuando Nintendo decidió que los videojuegos no debían quedarse en casa. En un mundo donde las consolas eran grandes, estáticas y dependientes de la televisión, apareció una pequeña máquina gris con pantalla monocroma que cabía en la palma de la mano.
Su nombre: Game Boy. Diseñada por Gunpei Yokoi bajo el principio de “pensamiento lateral con tecnología madura”, esta consola portátil no buscaba competir en potencia, sino en accesibilidad, resistencia y diversión. Treinta y cinco años después, su legado sigue estando presente.
El Game Boy nació en Japón el 21 de abril de 1989 y llegó a Occidente de forma gradual hasta 1990, en una maniobra comercial ambiciosa que buscaba replicar el éxito de la NES. Su hardware era modesto: pantalla LCD de 160x144 píxeles, procesador de 4.19 MHz, y sonido chiptune.
Pero su diseño era inteligente, su precio accesible, y su batería —cuatro pilas AA que ofrecían hasta 30 horas de juego— lo convertía en un compañero de viaje ideal. Incluso sobrevivió a la Guerra del Golfo: una unidad dañada por explosiones aún funciona y se exhibe como símbolo de su durabilidad en el museo de la gran N.

En cuanto a logros, el Game Boy no sólo vendió consolas: vendió una idea. La de jugar en cualquier lugar, en cualquier momento. Su éxito fue inmediato, convirtiendo a Nintendo en sinónimo de portabilidad, y que implementó su dominio en el mercado portátil durante décadas.
Pero ningún hardware triunfa sin software. Y el Game Boy tuvo joyas. Tetris, incluido en muchas unidades, fue el gancho perfecto: simple, adictivo, universal. Super Mario Land ofrecía una versión portátil del fontanero más famoso del mundo. The Legend of Zelda: Link’s Awakening demostró que la narrativa profunda podía caber en un cartucho.
Pokémon Red y Pokémon Blue no sólo vendieron millones, sino que crearon una franquicia global que aún domina la cultura pop y que se ha convertido en una fábrica de hacer dinero no sólo en el ámbito de los videojuegos sino en el entorno global del entretenimiento.
Hoy, en su 35 aniversario, el Game Boy no sólo es nostalgia. Es historia viva. Desarrolladores independientes siguen creando juegos nuevos para él, como Glory Hunters o From Belo. Sin duda su estética pixelada inspira a artistas, su sonido chiptune resuena en la música indie, y su legado se siente en cada consola portátil que vino después: desde el Nintendo DS hasta el Nintendo Switch 2.
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