¡Gracias Rafa!

Es el futbolista que revaloró a México en el escaparate internacional. Lo volvió a poner bajo los reflectores de la élite mundial. Fue el primer jugador mexicano en irse directamente vendido a Europa (antes Hugo y los demás habían tenido que ser cedidos a préstamo para después demostrar en la cancha su valía). 10 Títulos en 11 años no son fácil de igualar (7 con el Barcelona y 3 con el Mónaco). Rafael Márquez, termina una extraordinaria carrera en el viejo continente (completamente fuera de lo ordinario y habitual para nuestros futbolistas) y recala en la Liga estadounidense para jugar sobre el césped, brillar en el contexto mercadotécnico y formar un sólido futuro. El negocio nunca ha estado peleado con el deporte (por el contrario) y el todavía capitán del Tri, sigue enseñando a muchos en México cómo se deben hacer las cosas en esto del futbol: Primero trabajar fuerte, después ganar gloriosamente y al final cosechar justamente (ojo, antes hay que trabajar y ganar, festejar Títulos y prestigio). Hugo Sánchez fue el ejemplo. El primer gran triunfador, y aunque a mi me impactó más el “pentapichichi” creo que el defensor michoacano hizo algunas cosas mejores: Rafa se fue de 20 años, ya como Campeón del único Título oficial de la FIFA para nuestra selección mayor (Confederaciones ´99), además del tercer lugar en la Copa América de Paraguay, y a nivel de clubes el Subcampeonato con  el Atlas (única Final disputada por los Zorros en más de medio siglo y que se definió en penalties). Rafa cuajó en Francia y se consagró en España, como parte del mejor Barcelona de todos los tiempos (eso gracias a que Jorge Valdano lo rechazó para jugar en el Real Madrid, equipo que lo buscaba antes que el cuadro blaugrana). Siento que a Rafael Márquez algunos hoy le voltean la espalda. Quizá ha dejado de ser el líder masivo (tintes de ídolo que me parece nunca gozó como otros sí) y le critican la decisión de fichar para Nueva York. Un poco ese “coraje injustificado” mostrado también a Lorena Ochoa cuando anunció su retiro del Golf, demostrando ambos serenidad para bajarse del barco del máximo nivel, cuando la gloria aún les sonríe.