
Icono de una era, Isabel II, fallecida tras 70 años de histórico reinado, era honrada solemnemente este lunes en un funeral de Estado en la Abadía de Westminster en presencia de mandatarios de todo el mundo, antes de ser enterrada en privado en Windsor.
Dando inicio al último adiós a la monarca más longeva del Reino Unido, el féretro, cubierto con la corona, el cetro y el orbe -símbolos de la reina-, fue trasladado sobre un carro de la Royal Navy tirado por decenas de marinos.
Al son de las gaitas fue seguido a pie por su heredero, el rey Carlos III y los hermanos e hijos de este, además de ser acompañado por militares de tres regimientos cercanos a la reina, hasta la imponente iglesia gótica en el centro de Londres.
A sus puertas, se sumaron a ellos otros miembros de la familia real británica, incluidos el príncipe Jorge, de 9 años, segundo en la línea sucesoria, y su hermana Carlota, de 7 años.
El interior de la abadía reunía a unos 500 líderes y monarcas, del presidente estadounidense Joe Biden al brasileño Jair Bolsonaro, y de los reyes de España -Felipe y Letizia y los eméritos Juan Carlos y Sofía- hasta el emperador Naruhito de Japón.
El papa Francisco, que no asistió, estaba representado por el secretario del Vaticano para las Relaciones con los Estados, Paul Gallagher.
The Cavalry Last Post is sounded by the State Trumpeters of the Household Cavalry before the Nation fell silent in Remembrance of Her Majesty The Queen. pic.twitter.com/ap5ccCiQW2
— The Royal Family (@RoyalFamily) September 19, 2022
La ceremonia
La ceremonia, que comenzó con cánticos corales, se anunciaba grandiosa y era todo un "reto" de seguridad, que puso las calles de Londres bajo un fuerte dispositivo policial.
El deán de Westminster, David Hoyle, dirigió el oficio religioso y el sermón corrió a cargo del arzobispo de Canterbury, Justin Welby, líder espiritual de la Iglesia Anglicana, que alabó la vida de la reina, consagrada a servir a su pueblo.
Con capacidad para unas 2.200 personas, la Abadía de Westminster no pudo dar cabida a las multitudes de británicos deseosos de acompañar a su reina hasta el final.
A primera hora de la mañana, miles de personas esperaban ya en el Mall, la célebre avenida que conduce al palacio de Buckingham, algunos con banderas británicas.
"Siempre dijimos que si la reina moría, vendríamos a su funeral de Estado. Ya vinimos a las bodas (reales), al Jubileo (de Platino en junio). Esperamos poder ver el coche fúnebre", dijo Liz una mujer de 69 años, que llegó junto a su amiga Jane.
Tras el oficio religioso, de una hora de duración, un afuste trasladará el féretro en procesión por el centro de Londres hasta al Arco de Wellington, en Hyde Park Corner, y, desde allí, en coche fúnebre al Castillo de Windsor, unos 40 km al oeste, que se convertirá en la última morada de la reina.
