
En México se analiza una de las reformas laborales más relevantes de los últimos años: la reducción de la jornada laboral a partir de 2026. Durante el cuarto foro para la Implementación de la Semana Laboral de 40 horas, realizado en Tijuana, Baja California, representantes sindicales, empresarios y autoridades debatieron sobre cómo implementar de forma gradual esta transformación.
La propuesta tiene como objetivo alcanzar las 40 horas semanales en 2030, siguiendo el planteamiento de la presidenta Claudia Sheinbaum. Para lograrlo, se plantea reducir cuatro horas de la jornada semanal en 2026 y otras cuatro en 2027, lo que abriría la puerta a una reorganización de rutinas laborales y personales en todo el país.
¿Por qué se busca reducir la jornada laboral en México?
Rafael Olivos Hernández, secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social (SNTSS), señaló que la medida responde a la necesidad de mejorar la salud física y mental de los trabajadores, especialmente en sectores con jornadas extenuantes como el de la salud. Se espera que menos horas laborales permitan prevenir riesgos psicosociales y ofrecer un mejor equilibrio entre la vida personal y profesional.

¿Qué pasará con los salarios y las empresas con la reducción de la jornada laboral?
Uno de los puntos clave de la discusión es que la reducción horaria no signifique pérdida salarial. Los sindicatos proponen garantizar el sueldo íntegro de los trabajadores y asegurar el derecho a la desconexión digital. Al mismo tiempo, se plantean apoyos económicos para micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes) mediante estímulos fiscales y programas de modernización que amortigüen el impacto de la transición.

¿Qué opinan los empresarios acerca de la reducción de la jornada laboral?
Desde el sector empresarial, Silvia Dávila, vicepresidenta del Consejo de Empresas Globales, sugirió flexibilizar el límite semanal de horas extraordinarias y revisar el esquema de pago actual. Esto con el fin de que las empresas puedan adaptarse al nuevo modelo laboral sin comprometer su competitividad ni la productividad.
La reforma, de aprobarse, no sólo modificaría el tiempo que los mexicanos pasan en el trabajo, sino también la manera en que las empresas estructuran sus operaciones y la vida cotidiana de millones de personas.