Liga MX

Ruso Zamogilny, de parrillero a la Primera División en México

La historia de vida de Jorge Damián Zamogilny a su llegada a México es digna de una película de Hollywood.

También ha sido auxiliar técnico. (Imago7)
También ha sido auxiliar técnico. (Imago7)
Carlos Salas
Ciudad de México.

El nombre de Jorge Damián Zamogilny es uno los más recordados en los últimos años en México, ya sea por su carrera dentro de las canchas o ahora como analista de TV, donde ha sido bien recibido por los aficionados al futbol, sin embargo, atrás del exfutbolista hay una historia digna de una película, de esas en donde el protagonista sufre lo impensado y al final el éxito y la felicidad llegan.

Surgido de las inferiores de Independiente, en 2001 llega a México para probarse en León, sin embargo el destino le juega chueco y no logra quedarse con el cuadro esmeralda. A partir de ahí empieza la travesía de ese chico argentino que se enamoró de México, de una mexicana y que no bajó nunca los brazos hasta cumplir su sueño: Jugar futbol profesional.

Tras cerrarse la puerta en León, Jorge empieza a deambular por México, tocando puertas, haciendo pruebas, tratando de mostrar sus condiciones para hacerse camino en el futbol mexicano, sin embargo la suerte no lo acompañaba.

"Llegó un momento en el que yo pensé ya tirar la toalla, porque era estresante. Me entrenaba como una bestia, me alimento bien, pero iba a todos lados a probarme y de todos lados me botaban", confiesa el Ruso en charla con Mediotiempo.

Luego de no encontrar equipo, Zamogilny decide (más a fuerza que de ganas) parar un poco, piensa en la escuela y un trabajo que le permita mantenerse económicamente en México.

"Paré 3 años, de 2003 a 2005. Yo vivía en Querétaro y laboralmente me iba mal. Rentaba una habitación pequeña por mil pesos. Entonces fui profe de futbol de unos niños. Mucha gente dice que fui maestro o profesor de educación física, pero no. Fui a pedir chamba en un café, en una panadería, en un restaurante de carnes asadas y de todos lados me cepillaban porque no tenía mi forma migratoria", dijo.

Y así fue el viacrucis de aquel soñador argentino en México, el cual tuvo que recurrir a jornadas largas de trabajo, a un empleo improvisado y a una ayuda enorme por parte de de su novia y su familia.

"En las carnes sí me contrataron, aunque nunca en mi vida había hecho uno. Pero me quitaba mucho tiempo, ya no iba a jugar, necesitaba dinero urgente y mi novia siempre me apoyó mucho en mi sueño de jugar futbol, entonces me dijo 'Mi mamá se dedica a la industria de la serigrafía. Por qué no, que te enseñe, aprendes el oficio, trabajas en su taller y te queda tiempo aún para seguir entrenando y jugando', y así fue. Me metía unas chingas eso sí, pero eso me permitió seguir en esto cuando ya había pensado en renunciar", afirmó.

LA TALACHA

En esos años que estuvo parado, sin ir a probarse en algún equipo, Jorge tenía siempre un poco de ayuda económica a través de la talacha. Partidos de futbol a lo largo y ancho del país, con jugadores de cierto nivel a los cuales se les paga, no mucho, pero se les paga.

"En ese entonces se pagaba mal, eran 200, 300 varos por juego, que tal vez no servían de mucho pero me permitían seguir jugando, no perder ritmo, entrenar. Iba de arriba a abajo, me movía de Querétaro a Irapuato y luego a Iguala, Salamanca, en la CDMX me quedaba en donde un amigo y al otro día me iba a Cuautla, Morelos y así se vive".

Si bien, nunca vio esta forma de vida como algo que quisiera hacer por siempre, poco a poco le iba dejando mejores frutos económicos hasta que por fin le llegó su oportunidad.

"Yo la talacha lo veía como una ayuda pero no era algo que quisiera hacer por siempre, aunque llegó un momento que además de mis trabajos de serigrafía, al mes de pura talacha me iba realmente bien, me metía cerca de 40 mil pesos de puros partidos, hasta que en 2006 llego a Puebla".

A partir de ahí, la vida del Ruso cambió y se convirtió, ganó un título de Ascenso y fue pieza clave para el regreso de la Franja a Primera División.


Mediotiempo

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