Bajo el sol queretano, las pelotas cruzan la red con un ritmo que ya no suena a promesa, sino a realidad. El WTA 125 Querétaro Open presentado por Mexcovery se ha consolidado en apenas unos días como uno de esos torneos donde se respira tenis de verdad: nivel, talento y hambre. Lo dice con orgullo Leo Lavalle, extenista y uno de los pilares detrás de la organización del evento: “Querétaro ya estaba listo para poder tener un torneo de esta calidad”.
No exagera. El nivel ha sido tan parejo que —como él mismo lo explica— una jugadora top 100 puede verse exigida por una 300 sin que nadie se sorprenda. “Vemos niñas de 16 años peleando punto a punto contra profesionales con años en el circuito; ahí es donde la experiencia hace la diferencia, pero también donde nacen las futuras estrellas de la WTA”.
Para Lavalle, el hecho de que el torneo sea exclusivamente femenil no es casualidad, sino un mensaje. “El tenis femenil tiene todavía muchísimo que dar. En México, las mujeres han sido parte fundamental de este crecimiento. Lo que está haciendo Renata Zarazúa, jugando en escenarios como Wimbledon, Roland Garros o el US Open, es un ejemplo clarísimo de lo que representa esta nueva generación”.
Más allá del espectáculo, el torneo cumple una función que a Leo le resulta esencial: inspirar. “La respuesta de los niños ha sido fantástica. Se trata de que vean cómo trabajan las profesionales, cómo se preparan física y mentalmente. Eso motiva a la juventud queretana, y ése es el verdadero legado de un torneo como este”.
Renata, el espejo de una generación
Cuando se le pregunta qué le falta a México para volver a tener una figura en la élite, Lavalle no duda en hacer una radiografía honesta: “Hoy el tenis es durísimo. Se necesita una gran base económica, física y técnica; incluso la talla importa. Pero creo que hay una nueva generación lista para despegar: Renata, Rodrigo Pacheco, Luis Carlos Álvarez… vienen con todo”.
De Renata Zarazúa habla con una mezcla de respeto y esperanza: “Es una niña muy disciplinada. Ha ido en ascenso, mejorando su derecha, su saque. Si sigue así, puede llegar al top 50. Está cerca, pero necesita empezar a ganarle a esas jugadoras que ya están ahí”.

Lo que viene
El Querétaro Open ha dejado claro que el tenis tiene casa en esta ciudad. Y Lavalle no oculta sus ambiciones: “Ya nos estamos preparando para 2026, seguramente volveremos con otro 125 y quizá, en un par de años, podamos subir a la categoría 250. Lo mejor está por venir”.
Antes de despedirse, deja una invitación abierta: “Todavía hay boletos disponibles para semifinales y finales. Que la gente venga, hay buena comida, buena convivencia y sobre todo, muy buen tenis”.
En las canchas del Club Campestre, el eco de las raquetas suena a futuro. Porque más allá de la competencia, este torneo ha logrado algo que no se compra ni se improvisa: devolverle al tenis mexicano una ilusión compartida.
![]()
