Futbol Americano
Douglas Sloane
Desde la yarda 1 Douglas Sloane

Juego de Tronos

La coyuntura no podría ser mejor. El pasado domingo fue el último del año en que los aficionados a la mejor serie de televisión en la historia sufrimos, y dentro de ese selecto grupo de aficionados se encuentra uno, que por ponerlo de una forma muy sutil, jugó a la perfección el juego y logró que se hiciera su voluntad en el norte; me refiero al 'Ingeniero del Touchdown', Aaron Rodgers.

Hace unos días, el portal Bleacher Report, publicó una muy larga pieza sobre todo lo sucedido en Green Bay y que terminó por costarle el puesto al entrenador en jefe, Mike McCarthy. (Si quieren leer el artículo, hagan clic aquí)

Para los que decidieron tomar el camino fácil y no leer el artículo completo, en pocas palabras, habla sobre como la relación McCarthy-Rodgers se vio afectada desde el momento en que Rodgers fue repudiado por McCarthy durante el Draft de 2005 -cuando el otrora entrenador de los Packers era coordinador ofensivo en los 49ers y seleccionó a Alex Smith con la primera posición global- y lo hizo pasar una vergüenza nacional, con esa ya famosa espera de casi 4 horas en el cuarto verde y que a la postre llevaría al número 12 a sentarse por tres años en la banca detrás de Brett Favre.

El génesis de todo este embrollo, parece ser nació ese día…y como nos ha quedado muy claro a todos, Aaron Rodgers es alguien que puede tomar un rencor y llevarlo hasta los confines del universo para probar que quien haya sido el que lo hirió, estaba totalmente equivocado.

Un talento como el de Aaron Rodgers, viene una vez cada generación. Es el arma perfecta pues junta las cualidades que cualquier entrenador busca en el hombre destinado a llevar a su equipo a la grandeza: habilidad atlética, amor por el juego, inteligencia y liderazgo; sin embargo, todo ese paquete no viene sin algunas conjeturas, la más grande ellas y una, por lo que ídolos de cualquier deporte, son más conocidos: el ego; y he ahí, donde viene la parte más importante de todo este embrollo.

Sin importar cual sea el apellido, los grandes entrenadores siempre han tenido que lidiar con grandes egos, siendo esa relación simbiótica, muchas veces la clave de crear las grandes dinastías, el problema llega, cuando el hombre encargado de mandar las jugadas y dar los discursos, pierde el respeto del líder dentro de la cancha y, en el caso de los Packers, eso sucedió. Mike McCarthy, perdió el respeto del quarterback que lo llevó a ganar el Super Bowl, del hombre que lo llevó a convertirse en el segundo entrenador más ganador en la historia de la tercera franquicia más antigua en la NFL.

Todos esos heroicos momentos de Aaron Rodgers en el emparrillado, por ahora, solo son notas al calce de una carrera que se queda muy corta en lo que más importa cuando de grandeza hablamos, y eso son los títulos. Todos pensaríamos que, a estas alturas del partido, Rodgers estaría compitiendo con Tom Brady para decidir quien es el quarterback más ganador en la historia, sin embargo, hoy cuando nos referimos al Ingeniero de Touchdown, solo decimos: “Se imaginan lo que hubiera hecho si Bill Belichick fuera su entrenador”. Es duro, pero hay que aceptarlo: Por talento, Rodgers es el mejor, no hay duda; por carácter, no lo sabemos, pues si bien lo vemos haciendo magia y convirtiendo a un grupo de vagabundos en súper estrellas; también es cierto que muchas veces su frustración logra sacar lo peor de su persona y parece que en lugar de jugar para bien el equipo, juega para exhibir las fallas en el talento que lo rodea.

Eso si, todos esos momentos, estadísticas y victorias dramáticas con el estilo que solo Rodgers puede imprimir, son lo que tienen a este hombre como el Rey de la Tundra Congelada; con un contrato multimillonario que pone a la franquicia a su disposición y que con el solo chasquear de sus dedos, ha hecho que todo lo que parecía estar mal hace un año, luzca mucho mejor, pues han traído a un joven entrenador con mente ofensiva creativa para retar la inteligencia del quarterback, contrataciones puntuales en el talón de Aquiles del equipo y, lo más importante de todo, un aire de ilusión que pone otra vez a los cabeza de queso, como serios contendientes a colocar su estandarte en la siempre violenta e inhóspita división norte de la NFC.

¿Será esto suficiente para devolverle su reinado legítimo a Aaron Rodgers o será este el inicio del fin para un hombre, que, como muchos en Game of Thrones, es Rey de su feudo, pero nunca de los 7 Reinos?

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Douglas Sloane
Mediotiempo

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