Nunca entenderé esa necesidad que tenemos los aficionados al deporte de siempre comparar. "Que este equipo histórico es mejor que aquel", "si un jugador es mejor que el otro". Supongo que viene de ese espíritu de competencia y de tener la razón cuando se nos presentan dos caminos distintos.
Esto lo traigo a colación porque la semana pasada, Peyton Manning y Tom Brady incendiaron las redes sociales con una selfie que se tomaron en un evento. De inmediato, salieron los aficionados de ambos bandos señalando que uno era mejor que el otro. Ya saben, las famosas voces de: “Peyton era mejor quarterback, pero Brady tiene los anillos”; “Brady es un quarterback de sistema que no es nadie sin Belichick”; “A Manning le regalaron su segundo Super Bowl”.
Spoiler alert... we were friends this whole time. Always great to see you Peyton! pic.twitter.com/DzscouMxsl
— Tom Brady (@TomBrady) June 26, 2019
Ante una polarización tan evidente que nace de una rivalidad que duró más de 15 años, es inevitable comparar a estos dos leviatanes del emparrillado, sin embargo, se vuelve hasta ocioso que, a 3 años del retiro del “Sheriff” y unos meses después de que Brady se cimentara como el máximo ganador de Super Bowls, seguimos empeñados en discutir que uno es mejor que el otro.
Pero ¿en realidad es necesario compararlos? Dentro de su grandeza, cada uno tiene puntos comparables, pero son más las cosas que los diferencian y que los hacen únicos en sí, pero a la vez los hacen igual de grandes; por ejemplo, ambos supieron adaptar su juego conforme fue evolucionando la liga, la forma en la que lo hizo cada uno, es lo que hace que hoy los coloquemos en la parte más alta de la pirámide.
Brady ha sabido evolucionar su juego desde un quarterback que comandaba de forma excelsa el reloj -sin ser el protagonista del equipo-, a ser un modelo a seguir de la ofensiva sin reunión con doble ala cerrada, hasta romper en 2007 el récord de más touchdowns en una temporada; todo esto, entendiendo a la perfección los complejos y confusos esquemas planteados por Bill Belichick y sus secuaces.
Manning, por su parte, siempre fue la mente brillante de la liga. Un quarterback que llevaba el futbol americano en su ADN y que se caracterizó, no solo por su brillantez para lanzar el balón, sino por la lectura única que tenía de las defensivas desde la línea de golpeo, cambiando jugadas y protección sin necesidad de voltear o escuchar a su entrenador.
Es cierto que hoy Brady ocupa el escalón más alto del Monte Olimpo, mucho en parte a una filosofía de equipo del cual él es la imagen viva. También es cierto que Peyton perdió la carrera contra el padre tiempo, privándonos de verlo al menos un par de años más -como está sucediendo con Brady-, sin embargo, “El Sheriff” pudo hacer algo que no muchos quarterbacks han podido lograr; retirarse cabalgando al atardecer como el héroe de la película, algo, a lo que Brady se arriesga, con pleno conocimiento de causa.
A lo que voy con todo esto es que debemos aprender a valorar la grandeza que tenemos enfrente, sin necesidad de que la animadversión que sentimos, nos lleve a comparar quién es el mejor. Fenómenos como el que vivimos con la rivalidad Brady vs Manning, no suceden todos los días, así que aprendamos a apreciar la grandeza cuando la tenemos enfrente.