En los recientes 11 partidos, Rafael Puente Jr. registra 6 derrotas en los Pumas. Es incuestionable que quien menos desea, e imaginó, estar en una situación tan apremiante es el técnico del equipo de la UNAM. Sin embargo, ahí está y no parece que en lo que resta del Torneo Clausura 2023 el panorama cambie radicalmente.
Los cuatro equipos con mejor desempeño en la competencia suman el doble de puntos, pero siendo lo que es el futbol mexicano, no es problema imaginar que, si las condiciones se dan, si los Pumas (como otros clubes con cosecha similares) se lo propusieran, podrían rescatar tantas unidades como para pelear por el Repechaje.
Pero ese no es tema, como sí ir cuestionando lo que los jugadores aportan. En lo colectivo, el equipo se tiene tan poca fe que, por ejemplo, contra Cruz Azul salió a no perder, a no recibir goles y así lo admitió su técnico en la conferencia de prensa posterior a la derrota por 1-0 en el Estadio Azteca.
Con tan pocas aspiraciones era de esperar un accidente; una mala marcación, un portero que falla en lo esencial y una gran definición que habla de los dos estados anímicos distintos: un equipo en vías de dar con el orden ideal de las cosas en la cancha, para ganar así sea por 1-0. El otro, perdido en su laberinto de definiciones tácticas.
En lo particular, y pese a que las RRSS se ensañan con Rafael Puente Jr. no todo es su culpa, pues ¡vaya plantel de extranjeros con que cuenta. ¡Deficitarios! El uruguayo Sebastián Sosa no es garantía y me resulta insultante que en esa posición no exista un formado en La Cantera, ¿en serio no lo hay? ¡Pues despidan al encargado!
En otras zonas del campo: Diogo es incapaz de ser un referente de ataque, que intimide por su estatura, tranco y velocidad… Nada. Gustavo del Prete o Eduardo Salvio: si no se comprometen con el funcionamiento y el resultado, ¿entonces con qué? Estos jugadores deberían reflexionar su papel apenas acaba el juego, no solo organizar el asado dominical.
