Fueron más de 10 años dándole cobertura y difusión a mi querida Liga de Plata, como bauticé al Ascenso MX en su momento. Un término o sobrenombre que nunca pensé se fuera a expandir en el vocabulario del futbol mexicano y ahora da orgullo oír que en varios rincones del país se le nombre así para referirse a esta categoría.
El pasado 24 de abril, tras ratificarse los “acuerdos” de la Liga y Ascenso MX en el Comité Ejecutivo y Asamblea Extraordinaria de la Federación Mexicana de Futbol, se dio oficialmente el fin de la división de Ascenso como la conocíamos.
Esta ocasión, solo tengo líneas de agradecimiento para la Liga de Plata que se convirtió como un ser querido en mi crecimiento periodístico, profesional y sí, también en el ámbito personal.
Si bien ya seguía la Primera “A” como aficionado, fue en 2009 cuando laboralmente empecé a realizar trabajos que tuvieran que ver con el circuito; en ese Apertura que se coronó Necaxa y que significó el cambió de nombre de la división a Liga de Ascenso.
Fue para el Bicentenario 2010 cuando me tocó cubrir mi primera Final con el ascenso de los Rayos tras vencer a León y lograr el bicampeonato de la mano de Omar Arellano como técnico en tierras guanajuatenses.
Ahí comenzó ese romance entre mi labor periodística con el Ascenso, un cariño que se fue incrementando con el paso de los torneos, finales, reportajes, transmisiones y coberturas.
Puedo dar gracias que la Liga de Plata me permitió viajar y conocer lugares increíbles del país; porque eso sí, esta categoría se jugaba en todos los rincones, de frontera a frontera, siendo Baja California el único estado que nunca futbol de esta división.
Me permitió conocer gente maravillosa, futbolera y que vive con una gran pasión el defender sus colores cada 15 días, algunos se convirtieron en grandes amistades hasta la fecha.
La magia del Ascenso me dio el privilegio de visitar estadios vetustos, llenos de historia en nuestro balompié y algunos hasta mundialistas; así como nuevos inmuebles y con su toque de modernidad dignos de presumir internacionalmente que hasta nominaciones se ganaron.
Estar en una plaza de Ascenso, era respirar pasión, historia pura en algunas de ellas, rivalidad deportiva de años en diversas regiones, esa cierta nobleza que tenía la división a comparación del Máximo Circuito, sin demeritar lo que se vive en la Liga MX.
Sin duda la satisfacción más grata de mi vida, me la dio mi querida Liga de Plata. Fue en esas ocasiones cuando los astros se alinean y se dio con la llegada de mi máximo ídolo como es Maradona a esta división.
Por el Ascenso, pude conocer al Diego, un logro en lo personal, pero entrevistarlo en una cancha tras un triunfo de Dorados, fue algo que también lo soñé periodísticamente. En menos de un año, vi al “Pelusa” más de lo que me pudiera haber imaginado en mi vida; compartir vuelo y hasta presenciar un entrenamiento a puerta cerrada.
Como muchos saben soy atlantista desde que tengo uso de razón, y el darle cobertura a la categoría me dio ese contacto frecuente con el equipo de mis amores desde su descenso en 2014. Pero el hecho de ser azulgrana, no me impidió agarrarle cariño a muchas plazas y siempre tratando de darle difusión por parejo.
Eso tenía la Liga de Ascenso, te hacía cumplir sueños, te daba una segunda oportunidad en el futbol y en la vida, una afición fiel y con pasión que a pesar de todos sus males de estructura como categoría, siempre estuvo ahí.
Quiero dar un agradecimiento especial a los jugadores, cuerpos técnicos, directivas, aficiones y colegas, por las atenciones brindadas en cada plaza que pise de mi querido ASCENSO. No me gustaría que fuera un adiós, espero sea un ¡hasta pronto!, y que esta división regresé más adelante con su misma esencia deportiva y de competencia, pero más sana y fuerte.