Otros Mundos

Migrantes en la mira: cuando el deporte en EE.UU. se juega entre redadas y retenes

Acudir a un evento deportivo en Estados Unidos se ha vuelto un asunto de miedo para aquellos mexicanos que no tienen documentos.

Los migrantes en Estados Unidos también son aficionados al deporte en aquel país. (Foto: Abigail Sequera)
Los migrantes en Estados Unidos también son aficionados al deporte en aquel país. (Foto: Abigail Sequera)
Olga Hirata
Ciudad de México

En Estados Unidos, ser migrante y fanático del deporte ya es una combinación que requiere más estrategia defensiva que un técnico en repechaje. 

Y es que mientras en la cancha suenan los himnos y se abrazan banderas, afuera de los estadios el panorama es otro: operativos, redadas, drones y una presencia militar que no distingue entre camiseta, nacionalidad o taquilla pagada.

Un reporte desde la trinchera migrante, donde ir a ver un partido o una función de lucha libre puede costarte más que el boleto: puede costarte la libertad.


Redadas afuera del Dodger Stadium: el béisbol tampoco se salva

El pasado 19 de junio, mientras los Dodgers calentaban para enfrentar a los Padres, varios vehículos tácticos del gobierno federal intentaron ingresar al estacionamiento del Dodger Stadium. No era para revisar protocolos de seguridad ni mucho menos para aplaudirle a Kike Hernández, era un operativo migratorio, así de claro.

La directiva de los Dodgers, con más reflejos que sus jardineros, negó el acceso a los agentes. La comunidad latina, que representa un porcentaje altísimo de su afición, respiró con miedo. No hubo detenidos esa noche, pero sí un mensaje contundente: ni el deporte nacional de EE.UU. es espacio seguro si tu apellido tiene más de dos vocales seguidas.

Hay muchos mexicanos en los partidos de Dodgers.
Hay muchos mexicanos en los partidos de Dodgers.

WWE en la mira: antes del show, el susto

Días antes de un evento de WWE en Los Ángeles, también se reportó presencia de dispositivos de seguridad del gobierno federal. Aunque no se concretó una redada abierta, la tensión fue tan visible como los pósters del main event. Aficionados latinos —muchos migrantes, muchos niños con máscaras— llegaron a la arena no solo con pancartas, sino con miedo. Porque cuando en la entrada ves camionetas negras y gente con radios murmurando códigos, la adrenalina ya no viene del ring.

Copa Oro y Mundial de Clubes: fútbol en campo minado

En el SoFi Stadium, durante la Copa Oro, el duelo entre México y República Dominicana se jugó entre ovaciones y helicópteros. Guardia Nacional desplegada, militares en inmediaciones y un cambio de hotel para la selección mexicana por motivos de seguridad. El torneo quería ser una fiesta, pero a muchos les supo a advertencia.

Durante el Mundial de Clubes, el Hard Rock Stadium en Miami también vivió su dosis de ansiedad. Aficionados reportaron presencia de ICE y CBP, mientras autoridades locales intentaban calmar las aguas con comunicados tibios. No hubo arrestos, pero el susto ya estaba sembrado.

Un patrón incómodo: ¿coincidencias o estrategia?

Futbol, beisbol, lucha libre… No importa el deporte. Lo que importa, aparentemente, es que haya una concentración de latinos. Justo entonces aparecen las unidades federales, como si fueran parte del operativo del evento. Pero no lo son. Son parte de otro show, uno que no vende entradas: el de la vigilancia, la intimidación y la criminalización del migrante.

El Apunte

Los cuidó...

La directiva de Dodgers sabe que gran parte de su afición es parte de la comunidad migrante, por lo que negó el acceso a los policías que intentaron hacer un operativo en su estadio.

Y este fin de semana en Anaheim, podrían presentarse nuevos operativos antimigrantes, pues los apasionados del boxeo estarán presentes para el combate que sostendrán este sábado en el Honda Center el mexicano Julio César Chávez Jr y el mediático Jake Paul.

Aunque los reflectores apuntan al cuadrilátero, la tensión en el ambiente podría ir mucho más allá del espectáculo deportivo. Diversas organizaciones pro migrantes han alertado sobre la posibilidad de operativos encubiertos en los alrededores del recinto, aprovechando la gran afluencia de público latino que se espera para el evento, en un intento por parte de las autoridades de migración de capturar a personas sin documentos.

Aunque no hay un anuncio oficial de operativos en Anaheim, el precedente reciente en otras ciudades de California y el endurecimiento de los dispositivos de control fronterizo en eventos masivos, hace que activistas pidan precaución. El mensaje es claro: no solo hay que estar alerta en el ring, sino también en la entrada del estadio.

Mientras el gobierno estadounidense presume ser la casa del deporte global, lo que ofrece a miles de migrantes es un espectáculo de doble filo: uno que se juega con goles, y otro con listas de deportación.

Porque aquí no importa si vienes a ver un jonrón, un suplex o un golazo: si tu acento delata tus raíces, el estadio puede convertirse en zona de riesgo.

Y lo peor no es el operativo. Lo peor es la normalización. Que hayamos llegado al punto en que un migrante revise más quién está afuera del estadio que la alineación titular. Que seamos más precavidos con ICE que con el VAR. Porque en esta versión retorcida del deporte, los únicos que ganan son los que siembran el miedo.



Mediotiempo

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