
“No debí comer eso”, “mañana lo quemo corriendo”, “ya arruiné mi dieta”, ¿te suena?
Son frases comunes que, más que ayudarnos a tener hábitos saludables, perjudican nuestra relación con la comida. Correr, entrenar, así como cuidar nuestra alimentación, debería ser un sinónimo de bienestar, no de castigo.
¿Por qué es malo comer con culpa?
- La culpa no nos enseña buenos hábitos, sólo nos genera ansiedad y se vuelve un círculo entre restricción y luego exceso.
- Clasificar los alimentos como “buenos” o “malos” no ayuda a comer mejor; lo que realmente importa es aprender a mantener un equilibrio. Disfrutar de un pan de muerto, una pizza o un postre de vez en cuando no arruina una alimentación saludable. La clave está en que estos antojos sean en ocasiones especiales y no la mayor parte del tiempo.
- Comer también tiene una relación con nuestras emociones. Compartir comida, disfrutar y conectar con los recuerdos es parte de una vida feliz. Negarnos esos momentos por miedo a “romper la dieta”, nos desconecta de nuestra salud mental.
¿Cuál sería el verdadero reto?
Comer perfecto no lo es, sino aprender a escuchar a nuestro cuerpo. El 80% del tiempo comer alimentos saludables, y un 20% darnos permiso para disfrutar sin culpa. El ejercicio no debe ser una forma de “pagar” por lo que comimos, sino de celebrar todo lo que nuestro cuerpo puede hacer, gracias a la energía que le damos.
Recuerda que la comida no es nuestro enemigo, es un aliado para sentirnos bien, rendir al máximo en el deporte, y vivir una vida plena con nosotros mismos y con nuestro entorno.