Futbol
Editorial Mediotiempo
Columna de Mauricio Cabrera Editorial Mediotiempo

EL ADN de tu equipo

Culminar un torneo con resultados decepcionantes es un escenario que está dentro de la naturaleza de toda aquella persona o institución que toma parte en una competencia. Las características del deporte, y del futbol en lo particular, provocan que no exista un esquema infalible a seguir para siempre entregar buenos resultados a los aficionados y a los patrocinadores. El dinero en contadas ocasiones vuelve campeón a un equipo; la planeación a mediano plazo incrementa la posibilidad de éxito, pero si no se acierta en el técnico, se presenta una falla arbitral o una de las muchas vicisitudes de un cotejo, las ilusiones pueden romperse sin previo aviso.Después de aceptar que en el juego, como en la vida, siempre se puede ganar, empatar o perder, es menester evaluar qué es lo que ha sucedido con las dos instituciones más grandes de nuestro balompié, así como analizar, más allá de que estén en las finales, cuál es el sello característico y el respeto a la identidad en torno a los otros dos influyentes, los Pumas de la Universidad Nacional Autónoma de México y la Máquina Celeste de Cruz Azul.En el medio futbolístico nacional tendemos a exigir grandeza únicamente en lo que respecta a los resultados, pero es irrefutable que en la actualidad, la problemática de Águilas y Chivas va más allá de simples fracasos en uno o varios torneos. El conjunto de Coapa no está hundido en la mediocridad por el hecho de perder en sí mismo, sino por la falta de compromiso de muchos de sus jugadores a la hora de declarar ante los medios de comunicación y también al momento de actuar sobre el rectángulo verde. Ahí, en ese simple punto que podría parecer más retórico que práctico, encontramos el abismo en que ha caído el conjunto emplumado. Si añadimos el hecho de anunciar una reingeniería que no se produjo, el panorama es oscuro y tortuoso tanto para la entidad como para sus miles de seguidores.El caso del Rebaño es aún más complejo. Parte de una ideología que no está clara y que, al menos en mi opinión, no va de acuerdo a la tradición e historia por la que una gran cantidad de mexicanos decidió profesarle amor a los colores rojiblancos. De un día para otro, resulta que las Chivas adoptaron un lugar antes ocupado por los Pumas y en determinado momento por el Atlas: el de trabajar con las Fuerzas Básicas.Los comentarios en torno a que el timonel que llegue a sustituir a Efraín Flores debe trabajar con jóvenes para embonar en la filosofía del Guadalajara no terminan de convencerme, y no porque esté mal trabajar con los nuevos talentos, sino porque considero que el conjunto de mayor tradición de un país no tiene por qué cerrar su horizonte al simple hecho de ser un exportador trascendente para nuestro balompié. Aún más preocupante resulta el hecho de que, en ocasiones, los hombres de pantalón largo, incluyendo a Jorge Vergara, hablan de un compromiso con la nueva generación de futbolistas, pero no explican que mucho tiene que ver con una conveniencia económica y no con una verdadera garantía en lo deportivo. En pocas palabras, Chivas debe ser grande y contar con los mejores elementos nacionales, ya sean surgidos de sus filas o adquiridos de otros conjuntos.Pumas mantiene su sello en la tribuna, aunque en lo futbolístico no le encuentro ese talante rebelde, juvenil y orgullosamente patriótico con que llegó a manejarse. Si uno ve a los universitarios sobre la cancha, no es posible identificar cuáles son  los genes de la institución. Anteriormente, los mejores jugadores mexicanos surgían de sus filas. Eso ya no sucede. Los puestos importantes están ocupados por extranjeros, no se busca el futbol espectáculo y la exigencia hacia los del Pedregal rara vez tiene que ver con el título.Cruz Azul es una escuadra fría en todos los sentidos. Sus jugadores suelen achicarse; su directiva confunde el respeto deportivo con una falta de pasión que nunca cuestiona a los rivales, que no se mete en problemas y que no proyecta una imagen triunfadora, sino más bien de una entidad que puede pelear o no por el título, pero que no es capaz de lucir como marca, de  salir a declarar a los cuatro vientos que son favoritos para el título o  a picar al rival con declaraciones que de cuando en cuando extrañan los aficionados.Los aficionados y periodistas tenemos mucho que ver en esta realidad. Los torneos cortos han propiciado que el resultado lo sea todo. Si la Máquina se coronara en este Apertura 2008, se diría que la crisis se resolvió, que la grandeza ha vuelto. Si América resurge el próximo año, se presentarán declaraciones semejantes. Sin embargo, estamos olvidando aquello por lo que decidimos irle a un equipo, las características determinantes para que tú fueras rojiblanco, por citar un ejemplo, y yo americanista.Para definir si tu equipo anda bien o mal, no hace falta ver la tabla o analizar a los equipos que están en la Fiesta Grande. Piensa un par de minutos y pregúntate si la escuadra a la que le vas mantiene alguna o algunas de las peculiaridades por la que decidiste entregarle tu corazón aficionado. La verdad, en la mayoría de los casos, será cruel… y todo por la falta de respeto a la identidad de los componentes del Futbol Mexicano.Opina de esta columna aquí.

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