Poner en tela de juicio los alcances del futbol uruguayo en la actualidad resultaría absurdo. El regreso de su balompié a los primeros planos concentra fondo y forma. Es el fruto de un trabajo bien estructurado, con un conjunto capaz de explotar al máximo el potencial de sus individualidades. En el presente charrúa, cada pieza sabe a qué juega y hace lo propio tanto para sí como para los compañeros. Viendo el éxito alcanzado por los charrúas, vale preguntarse qué tan lejos nos encontramos de ellos. Los caprichos del destino llevaron a que los enfrentáramos en sus tres momentos de gloria. El primero, en la Copa del Mundo, donde los nuestros hicieron hasta lo imposible por regalarles al partido; el segundo, en la Final del Mundial Sub-17, instancia en la que el Tri se impuso con categoría; el tercero, en la propia Copa América, donde nuestra representación fue un aborto de conjunto, un monstruo construido a partir de la CONCACAF, la ineptitud de Luis Fernando Tena y el poco profesionalismo de los jugadores. Aunque no pretendo insinuar que de haber sido otras las circunstancias, México hubiera terminado imponiéndose en Sudáfrica y en Argentina, tampoco me atrevo a garantizar lo contrario. El futbol mexicano hoy en día posee los recursos suficientes para batirse en duelo contra Uruguay sin salir como víctima segura y hasta para conseguir lo que la celeste ha alcanzado. El talento y la capacidad se tienen... El punto de verdadera divergencia entre México y Uruguay está en lo más profundo de nuestra manera de pensar. Mientras los charrúas mantienen la humildad a cada paso que dan y saben comportarse a la altura cuando resultan vencedores, nosotros perdemos el piso tras una victoria ante la peor versión francesa de los últimos años, nos entregamos al alcohol y a las prostitutas previo a una Copa América y acudimos a la cita continental con un técnico retrógrada que sigue pensando que acumular fracasos equivale a aprendizaje y que, por tanto, de algo sirvió ir a hacer el ridículo. La congruencia entre el decir y el hacer está en Uruguay. Cada palabra de Oscar Washington encuentra sustancia en los hechos. En México, "Chepo" ha comenzado bien con la mayor, lástima que la otra, la malograda oncena de la Copa América, fuera entregada a un timonel que decidió ocultar su ineficacia en la limitada experiencia de sus jugadores. LA PRIMERA DEL APERTURA El comienzo resultó mejor de lo esperado. Mención aparte merecen dos conjuntos norteños: Santos y Monterrey. Pumas, bien, demostrando que la "campeonitis" puede ser evadida; América, aceptable, pero dando esa sensación de seguir teniendo un plantel demasiado corto; Chivas, promete y mucho, aunque siempre estará la posibilidad de que los jóvenes talentos se caigan a la hora de la verdad. DE SALIDA Espero sus comentarios en mcabrera@mediotiempo.net y a través de @macafut en Twitter. Ah, por cierto, también me encuentran en Facebook y en Google+.

¿Qué tan lejos estamos de Uruguay?
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