Futbol
Editorial Mediotiempo
Columna de Mauricio Cabrera Editorial Mediotiempo

La nueva Sub-17

El triunfo de la Selección Mexicana Sub-17 ante Brasil descubre la creciente necesidad de contar con elementos para creer en nosotros mismos. El medio futbolístico nacional ha vuelto a construir un escenario de extremismo absoluto e insano.  A José Luis González China y sus pupilos se les señaló como los peores tras la derrota con Suiza. Días más tarde, al calor del gol de Miguel Basulto, se les apunta como los próximos Campeones del Mundo, como si el hecho de haber conseguido el título en una ocasión garantizara la repetición de dicho logro.

A las dos generaciones siguientes a la que obtuvo el cetro se les ha adjudicado una responsabilidad ajena. El futbol mexicano dista mucho de estar en condiciones de exigir la consecución de una Copa del Mundo. Que se haya conseguido la primera hace apenas 4 años no implica que se esté trabajando con el acierto necesario como para transformar un hecho sorpresivo en un acontecimiento recurrente.

Se han dado pasos inequívocos hacia el desarrollo futbolístico. A diferencia de anteriores torneos, es posible encontrar jóvenes delanteros en las oncenas titulares de Primera División. Sin embargo, la predilección por lo extranjero se mantiene como una constante que impide el rápido desarrollo de nuestros jugadores y promueve el estancamiento de un balompié urgido de entregar a sus promesas partidos que sirvan como un escaparate que impida errores tan infantiles como el cometido por el arquero nacional en el duelo ante Suiza.

El balompié nacional está más que habituado a celebrar las inesperadas alegrías. La constancia no existe en un futbol capaz de vencer a Brasil en categorías menores y hasta en la mayor, pero también de cometer ridículas equivocaciones ante Suiza y/o frente a rivales muy inferiores. Somos presa fácil de lo inmediato y rechazamos la posibilidad de ser asiduos al éxito, aunque ello resulte menos explosivo en términos de placer.

Mientras nuestro futbol navegue entre lo grandioso y lo absurdo, continuaremos en una medianía poco apropiada para fincar las bases de la solidez. La tranquilidad para trabajar hace falta en la Sub-17 y en el resto de los componentes del entorno. Las contadas victorias, gracias a nuestra incapacidad de aprender, se transforman en elementos de presión para quien acude a la misma competencia y no se reflejan en una mayor capacidad para analizar aquellos puntos en los que seguimos muy por debajo de las potencias.

Cada historia es distinta. Los jóvenes que luchan por México en Nigeria tienen el derecho de escribir sus propias páginas. Haber derrotado a Brasil es mérito suyo; haber caído ante los helvéticos, es responsabilidad de ellos. Mientras los cimientos no existan, el trabajo de las categorías menores dependerá más de la camada que de los fundamentos balompédicos de un país con una historia futbolera plagada de vicios y equivocaciones.

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