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Columna de Sergio Guzmán Editorial Mediotiempo

Ya bailó el Jefe Boy

Así como se hizo famoso su baile en un festejo cuando dirigía al Atlas, ahora el Jefe Tomás Boy ya bailó… pero por la forma de conducir y de conducirse en Cruz Azul.

Toda la felicidad e ilusión que generaba en la afición el paso de la Máquina hasta la Jornada 8 cuando venía de empatarle 3-3 al América y de golear 4-0 a Monterrey para colocarse en la quinta posición de la tabla, se derrumbó en las siguientes seis fechas donde cayó hasta novena posición (fuera de la zona de Liguilla) y además fue eliminado en las Semifinales de la Copa MX por el Necaxa, un equipo de la Liga de Ascenso.

El derrumbe definitivo pareció ocurrir en el reciente fin de semana, donde Tomás Boy y Matías Vuoso expusieron públicamente un problema interno, aunque ninguno de los dos lo haya manifestado de esa forma.

El Jefe exhibió al delantero cuando primero mandó a calentar a toda la banca menos a él, y luego ya que lo puso a realizar movimientos decidió mandar a la cancha al Maza Rodríguez para jugar en la delantera y Vuoso se quedó nomás mirando cómo se consumaba la derrota del cuadro celeste en casa ante Santos.

Al final Boy dijo en conferencia de prensa que Matías no está en buen nivel y por eso no juega; más tarde Vuoso dijo que se siente como un pendejo al quedarse en la banca y explotó porque el técnico habló mal de él públicamente.

Así de bonita está la cosa en Cruz Azul, donde los elementos que están a la vista apuntan a que el Jefe no es tan ídem como parece y que el manejo interno se le empieza a ir de las manos, así como el funcionamiento futbolístico.

Tomás Boy está en vías de un rotundo fracaso, pero aún puede corregir el camino en las tres fechas restantes del torneo, aunque en realidad yo pienso que ya bailó.

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