Nacido en la ciudad de Guadalajara el 11 de agosto de 1973, Alejandro Martín González, apodado como "La Cobrita", ha sido uno de los boxeadores que le ha dado gloria a esa entidad, aunque ese éxito ha sido ensombrecido por una vida personal llena de tragedias y vicios.
Cobrita Soto, la misma escuela del Canelo Álvarez
De familia humilde, de esas que debían hasta 15 meses de renta "como Don Ramón" -bromeó que compartió con Marco Antonio Barrera y Erik "Terrible" Morales en abril de 2022-, González se animó a adentrarse en el mundo de boxeo apenas con 13 años, ya que vio una vitrina para explotar ese fuerte carácter que tenía.
"Yo era broncudo desde morro, me gustaban los putazos. Veía a un cabrón y le decía '¿hey, de dónde eres?', si no era de mi barrio ¡pum, putazos!. Pura banda perrona ahí, en el barrio de Panteón Nuevo".
Inicialmente el boxeo fue una distracción, pero al ver que la suerte le favorecía y que tenía buenas condiciones, se adentró poco a poco junto junto al entrenador Julián Magdaleno y José "Chepo" Reynoso, el mismo que tomó a Saúl "Canelo" Álvarez años después.
Junto a ellos, después de sumar 30 peleas de amateur, González dio el salto al profesionalismo hasta ser uno de los mejor ubicados en los diversos rankings con una marca de 35-2, momento en el que decidió ir por la apuesta más dura, la de Kevin Kelley, para lograr su primer título mundial del CMB en el peso pluma el 7 de enero de 1995.
Drogas, alcohol y un efímero reinado
Tras dos defensas exitosas, González se enfrentó al también mexicano Manuel Medina en septiembre de 1995, para perder el título del CMB, lo que sería el inicio de un periplo que evitaría que volviera a ser un boxeador deslumbrante.
"Cuando perdí el título mundial te agüitas, estás con los amigos, pides una cervecita, les dices 'andas a toda madre', les dices 'dame'. Mi cuate me decía que no, yo sentí el puro 'chingazo' y de ahí cada que pisteaba preguntaba '¿no traes nada?', y así empecé".
A partir de entonces, durante cinco años Cobrita González consumió diario cocaína, aunque todavía tuvo la posibilidad de ser campeón mundial de la IBA en peso ligero en marzo del año 2000 al vencer a Harold Warren, su última gran pelea hasta retirarse en marzo de 2003 después de 55 peleas profesionales, de las cuales ganó 49, perdió 5 y empató 1.
La desgracia lo acompaña
Alejado de las drogas desde hace cerca de 10 años, el legado de González parecía continuar de la mano de su hijo Alejandro Jr., aunque en diciembre de 2016 recibiría el primero de los grandes golpes de su vida, ya que el pugilista fue asesinado junto a otras dos personas.
"Se me murió mi chavo, lo mataron, ¿por qué?, no sé; al año se me muere mi esposa. Fue duro para la familia, se te va todo, como si te quitaran un brazo. La vida me acabó de rematar con mi esposa. Las dos partidas aún me duelen".
Seis años después, murió otro hijo, Yahir González, al ser asesinado a tiros tras cobrar la renta de un edificio, y ahora en 2023 sucedió la muerte de Luis, quien fue hallado en la carrera Saltillo-Guadalajara con diversas señales de violencia.
Rumores de una vida ligada al crimen
En Guadalajara se especuló que algunas de las muertes tuvieron que ver con la supuesta relación que tuvo la Cobrita González con grupos criminales, hecho que siempre negó, aunque admitió que su hijo Alejandro tenía algunos amigos que "no eran bienvenidos".
Lo que también reconoció es que tras el retiro tuvo una vida dura que lo llevaba a tener constantes conflictos que bien pudieron acabar con su vida, hecho que cambió hasta 2013 cuando se adentró a la iglesia cristiana en Estados Unidos.
