En las dos últimas décadas, la Selección Nacional ha pasado por diversas altas y bajas, no solo en lo deportivo, sino de conducta de jugadores en su camino rumbo a cada una de las Copas del Mundo disputadas en este periodo.
Existen pasajes lamentables que en su momento desnudaron veladamente la realidad que se vivía al interior del Tricolor con cada uno de los estrategas que tuvieron en sus manos el control futbolístico y disciplinario del equipo, pero que también influyó la falta de determinación de los directivos en aquellas épocas.
La era negra de Eriksson en el Tri
Uno de los capítulos se escribió en la era del sueco Sven-Göran Eriksson, quien apenas estuvo en el cargo 10 meses entre junio de 2008 y abril de 2009, cuando fue cesado tras caer 3-1 ante Honduras dentro del Hexagonal rumbo a la justa mundialista para Sudáfrica 2010.
Eriksson se marchó no solo llevando a cuesta una carga negativa de resultados, con nueve partidos dirigidos en la Eliminatoria con cuatro triunfos, un empate y cuatro derrotas, sino con el estigma de nunca haber podido tener un control disciplinario del grupo de jugadores, pese a la limpia que hizo de elementos de experiencia.
Se presentaron un sinnúmero de relajamientos en temas disciplinarios, uno de los puntos que se le cuestionaron fue que dejaba muy sueltos a los jugadores, no había orden, por ejemplo, entraban y salían personas extrañas de las habitaciones o el futbolista estaba más preocupado por cuestiones extracancha, como entregar personalmente los boletos a familiares y amigos.
Al entonces director deportivo de selecciones nacionales, Néstor de la Torre, quien llegó cuando ya estaba Eriksson en el cargo, le bastaron unos meses para observar todo este tipo de detalles que tenían como fondo la falta de una línea de entendimiento entre la forma de pensar y conducirse del estratega europeo y la mentalidad del jugador mexicano.
El diagnóstico fue falta de decisión y compromiso con la Selección, situaciones que marcaron la etapa del sueco, donde también se permitió que un grupo de jugadores saliera de la concentración en el Centro de Alto de Rendimiento y regresaron después del horario establecido, violentando el reglamento del Tricolor.
Para tapar esa indisciplina, donde uno de los infractores era Cuauhtémoc Blanco, Eriksson advirtió que ya no lo quería en el equipo. Los entonces dirigentes de la Federación Mexicana de Futbol (FMF) buscaron una manera política de salir del problema inventando un partido de despedida para el 10 del Tricolor.
Con esta errónea medida, lo único que se logró fue darles fuerza a los jugadores y se debilitó la autoridad que se suponía debía tener Eriksson para imponer más estrictas medidas disciplinarias. Además el sueco tuvo que soportar las críticas de parte de su cuerpo de colaboradores, quienes le aconsejaron no echar a Cuauhtémoc de la Selección.
En el futbol mexicano se suelen repetir las historias que salen ante los resultados negativos, sea cual sea el ciclo mundialista que se recuerde, el presente también está inmerso en una crisis de números favorables.
La buscó, pero nada
El delantero José Juan Macías se aferró junto con su representante para evitar su regreso a Chivas, pero sus intentos por mantenerse en el futbol de Europa tras ser echado del Getafe de España simplemente fueron estériles, ya que se le agotó el tiempo que le puso la directiva del Guadalajara para presentar una propuesta.
Ya fue anunciada su incorporación al cuadro tapatío para la siguiente semana, de hecho, se espera que esté arribando al país el próximo domingo. Aún está en Madrid cerrando todos sus asuntos pendientes, para después enfrentarse a una realidad que ya conoce: el despreció y poca empatía con la mayoría de los jugadores del Rebaño.