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Editorial Mediotiempo
Columna de Mauricio Cabrera Editorial Mediotiempo

En los zapatos de un directivo

Por donde quiera escuchamos que el respeto al trabajo de los directores técnicos es una garantía de resultados. En cuanto un timonel es cesado, salimos a defender su labor y a cuestionar la escapa capacidad de los dirigentes para mantener la calma en los momentos de tormenta. Los acusamos de dictadores, de mercenarios, de hombres sin corazón que saben de millones de dólares pero no de futbol. Son los malos de la película en la mayoría de los casos, a menos que la escuadra en cuestión sea un auténtico desastre.

Desconozco la razón. No sé si es porque veo que el América de Luis Fernando Tena no termina de caminar o porque estoy convencido que por más continuidad que le den a Ricardo Ferretti, los Pumas serán incapaces de levantar la corona, pero hoy me puse en el lugar de los dirigentes y siento que los comprendo, que incluso comparto con ellos la inquietud por ver que los resultados positivos no llegan y que el "respeto" a un proceso puede terminar como una muy dolorosa pérdida de tiempo.

Después de reflexionar, debo confesar que los medios de comunicación llegamos a generalizar sin analizar las peculiaridades de cada tema. La realización de un proyecto a largo plazo, por más que lo vendamos como el único sendero viable para alcanzar el éxito, no es la opción mágica para erradicar los males y vivir tiempos de absoluta felicidad. Así como han sido muchas las ocasiones en que apostar por un mismo hombre durante varios años acaba entregando invaluables dividendos, muchos son los que esperan durante años y se van con los bolsillos vacíos.

A favor de la permanencia de un timonel habla, como ejemplo válido, lo que está haciendo Enrique Meza al frente de los Tuzos del Pachuca, y en menor medida, el magnífico inicio de campaña del cuadro dirigido por Daniel Guzmán. Ambos tenían la soga apresándoles el cuello, incluso se habló sobre posibles sustitutos; sin embargo, quienes toman las decisiones desde el escritorio decidieron que no era necesario hacer modificaciones y hoy están más convencidos que nunca de haber acertado.

El dilema de la continuidad o no dista mucho de tener una solución perfecta e infalible. Quienes hemos condenado a los hombres de pantalón largo por tomar tal o cual decisión, estamos obligados a reconocer que el tiempo nos ha negado la razón, como a cualquiera, en algunas ocasiones.

Sin tapujos, reconozco que en el "Ojitos" veía a un técnico acabado después del desastre que fue al mando de la Selección Mexicana, donde pensé que iba a encumbrarse como estratega. Curioso que uno de los pocos hombres que puede presumir de haber sido elegido bajo un ambiente de unanimidad en el medio futbolístico nacional, haya sido el que peores cuentas cosechó.

Dicen que es de sabios cambiar de opinión, y aunque en el futbol se ha vuelto una tradición el hablar de los procesos a largo y mediano plazo, habría que aplaudir o cuando menos dar el beneficio de la duda a quienes tienen la responsabilidad de elegir quién se sienta en el banquillo y quiénes deben ser contratados para actuar sobre el rectángulo verde. Hay que saber identificar cuándo resulta conveniente jugársela por alguien y cuándo es mejor hacer un borrón y cuenta nueva.

Si yo fuera directivo, y reconociendo que los hechos pueden cambiar drásticamente lo que uno piensa, no hubiera contratado a Menotti aunque sí hubiera sacado a Darío Franco, especialmente después de la forma inhumana con que afrontó la muerte de Mirsha Serrano; le buscaría sustituto a Luis Fernando Tena y definiría qué es lo que pretendo al tener a Ricardo Ferreti como director técnico, porque no tiene lógica ilusionar a la gente con metas ambiciosas si al frente está alguien que registra un título después de muchos años de trayectoria.

Tú, ¿qué harías si fueras directivo?Opina de esta columna aquí

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