Su regreso es uno de los anuncios presupuestados desde el instante mismo en que anunció su partida al balompié pampero. Sabíamos que la ley de probabilidades marcaba un alto porcentaje a favor de su retorno al futbol mexicano. No necesariamente porque fuera a fracasar en Argentina, hecho que finalmente se presentó, sino porque el círculo de técnicos en nuestro país se asemeja a un carrusel en el que los mismos que se bajan vuelven a subirse a la primera oportunidad que se les presenta. El presentimiento se convirtió en realidad: La Volpe, el que sabe de futbol tanto como se equivoca frente a los medios de comunicación, está de vuelta, y lo hace con la figura característica de un hombre inoportuno al hablar, pero con una notable capacidad para estudiar a sus rivales.
Nunca he sido partidario de la forma en que se conduce Ricardo Antonio. A unas horas de haberse hecho oficial la llegada del argentino como timonel de los Rayados, publiqué en mi blog un post que generó polémica como efecto inmediato. No acepto el retorno de nuestro anterior seleccionador nacional por la manera en que minimizó el talento del futbolista nacional y por el vulgar intento de nacionalizar a Walter Gaitán para que se pusiera la playera verde, como si se tratara de ponerse cualquier camiseta para asistir a una Copa del Mundo.
El aspecto humano es fundamental en el futbol moderno, y estoy convencido de que esa será una debilidad siempre ligada a la esencia de La Volpe. Conocida es su incapacidad para lidiar con elementos emblemáticos de la escuadra que dirige. Así como nunca dejó de lado sus diferencias con Cuauhtémoc, se enfrentó a Adolfo Bautista y tuvo un fuerte rompimiento con Lucas Castromán en su etapa al frente del Vélez Sarsfield. A su favor obra el que los jugadores citados no se caracterizan por la suavidad de sus declaraciones ni por lo manejable de su temperamento, pero un timonel jamás debe olvidar que él está llamado a ser el máximo ejemplo de madurez y templanza ante los problemas dentro del vestidor.
En el proceso natural de una decisión, sea cual sea, está incluida una interrogante respecto a qué es lo que se busca con ello. Es ahí donde me detengo para intentar comprender con exactitud cuál es la idea de la directiva regiomontana. A favor de Ricardo Antonio está el que sus equipos despliegan un estilo de juego atractivo para la tribuna, que es de los pocos cumplidores de promesas en una época en la que los técnicos (golpe directo para Brailovsky) actúan como políticos en campaña y terminan siendo parte del mismo sistema conservador y estático.
Sin embargo, no me parece que ello resulte suficiente. Estoy convencido que la Directiva norteña busca hacerse de un nuevo título; por algo tiene a uno de los mejores planteles del balompié nacional. Deteniéndonos en este punto, los invito a opinar y a contestarme si en verdad ven a Ricardo como alguien ganador, como ese estratega con la efectividad necesaria para ceñirse coronas y ser algo más que un efímero protagonista de los torneos cortos.
Corro el riesgo, ya lo hice también en el blog: al Monterrey lo veo bien, sumando puntos y clasificando a la fiesta grande. Pero no se equivoquen… los números son fríos y señalan que a los problemas de relaciones públicas del polémico personaje en cuestión se suma una incapacidad para ganar torneos, y no me digan que el de Toluca se lo dan a él, porque en el futbol nada está escrito y nada nos garantiza que los Diablos se hubieran coronado en caso de que hubiera seguido en el banquillo de los choriceros.Opina de esta columna aquí.