Ninguno de los dos pasa desapercibido. En su naturaleza irreverente y un tanto soberbia está el generar polémica, provocar comentarios sin que importe de mayor manera si son en buen sentido.
A ambos les agrada acaparar las portadas y estar en el ojo del huracán. Tanta similitud sólo brindaba dos opciones: o se profesaban mutua admiración, como lo hicieron creer en los momentos de triunfo, o terminaba deshaciéndose uno del otro para tener el camino libre y dejar de aguantar las inoportunas declaraciones del dirigente o los berrinches populistas cada que el jugador abandonaba el terreno de juego.
Jorge Vergara muta de acuerdo a las circunstancias. Si el barco navega en aguas tranquilas y sale victorioso de los pequeños contratiempos, aplaude a los suyos y afirmar estar ante el mejor grupo humano del mundo. Su sentir da un giro de ciento ochenta grados al instante en que se presentan tropiezos, como el sufrido ante el América en las semifinales del Clausura 2007. Al dirigente jalisciense le cuesta mucho ser cauto en la derrota, y es ahí donde se ha ganado la animadversión de su propia gente al anticipar el adiós de jugadores emblemáticos y, peor aún, al despedir a técnicos anteriormente catalogados como lo mejor del planeta.
El propietario de la entidad jalisciense no busca quien la hizo, sino quien la pague. Con esa vanidad que lo hace ver como alguien que no acepta sus equivocaciones, arremete contra los suyos sin meditar las consecuencias.
Confirma de forma repetida su incapacidad para ser líder a la hora de tomar decisiones con la presión inmediata sobre las espaldas. Un buen comandante, no es el que ejerce su capacidad de mando para cortar cabezas; sí, en cambio, es el que concilia intereses y mantiene la templanza pese a la tormenta que estremece el corazón.
La polémica inclusión del "Bofo" en la lista de transferibles deja en clara desventaja al directivo rojiblanco. El que salta al terreno de juego tiene a su lado el apoyo de una fanaticada fiel a sus colores y a un jugador que acostumbra regalar chispazos únicos en el balompié nacional. Adolfo se maneja con una asertividad futbolística que cautiva el alma de sus seguidores y hasta de los que no lo son. De espigada figura, con el cabello gastado por cientos de tintes, Bautista sabe cómo meterse a la gente en el bolsillo. Hoy, aprovecha esa situación y alimenta las críticas en contra de los hombres de pantalón largo que mandan en El Rebaño Sagrado.
En un juicio que pondera la justicia, habría que dar cabida a los argumentos directivos para explicar el porqué se anunció la salida del jugador más representativo de la era Vergara. Quizás se han equivocado al argumentar sin mayores detalles que se trata de una decisión bien estudiada, pero es por demás conocido que el principal elemento para ponerlo transferible es su incapacidad para acatar órdenes, para respetar la figura de un técnico que ha impuesto un estilo de juego propositivo y dinámico.
¿Existen las condiciones suficientes como para deshacerse de Bautista? Depende del cristal con que se mire. Si uno se pone en los zapatos de la directiva y analiza cuántas veces ha puesto en tela de juicio la autoridad del "Chepo" de la Torre al manotear y lanzar improperios cuando tiene que salir del terreno de juego; si se revisan sus antecedentes conflictivos; si se reconoce en él a un jugador tan irregular como explosivo, podría llegarse a la conclusión de darle las gracias. Pero también está el otro enfoque, el del aficionado, que ve a un futbolista carismático, con magia en los pies y con un imán envidiable para vender su imagen como si fuera el más regular y exitoso del balompié mexicano.
Yo entiendo, aunque no comparto del todo la decisión de la directiva. No obstante, Vergara ha estado manejando a últimas fechas que la petición de prescindir de los servicios de Bautista fue directamente del técnico, que incluso habría llegado a plantear la categórica sentencia de "él o yo". Pregunto a los aficionados: de ser cierta esta encrucijada, ¿a quién apoyan, a Bautista o respaldan al técnico? Yo me voy por la continuidad al ';Chepo';; sin embargo, poniéndome en el lugar de los seguidores del Rebaño, ¡vaya que se extrañará la magia emanada de los zapatos del "Bofo".
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