Aún no terminan de saborear la consecución del cuarto título de su historia cuando los dirigentes de los Pumas de la Universidad Nacional Autónoma de México tienen que comenzar a preocuparse por la renovación de contratos y por la oleada de ofertas tentadoras y exorbitantes que seguramente recibirán varios de sus principales elementos. Ser campeón tiene un precio elevado, y la posibilidad de sufrir pérdidas significativas de cara al próximo torneo es una de ellas. No importa que apenas hace unos cuantos días hayan dado la vuelta olímpica; el comercio futbolístico no descansa y los equipos con mayor poderío económico lucharán por hacerse de los servicios de algunos de los recientes monarcas, mismos que en caso de emigrar a otra institución no deberán ser juzgados con severidad, pues el amor a unos colores no garantiza el futuro bienestar de la familia ni la fidelidad eterna de la entidad amada. El romanticismo tiene ciertos límites materiales.
Las problemáticas que una coronación trae consigo no son una novedad; en cada torneo y en cualquier país del mundo, el equipo que alcanza la gloria del campeonato sufre para mantener la misma base de jugadores, especialmente cuando se trata de escuadras que no cuentan con el respaldo de las grandes empresas, propietarias absolutas del deporte-negocio más redondo del mundo. En el caso específico de los felinos, la tarea no luce nada sencilla. Sus jugadores están muy bien cotizados; los contrincantes conocen sus limitaciones monetarias y el dinero se encarga de marcar el rumbo definitivo de las contiendas administrativas, tan sangrientas como el más apasionante de los enfrentamientos.
El deseo y convencimiento de Aarón Padilla en torno a la construcción de una era repleta de triunfos y alegrías para la afición universitaria está en inminente peligro. Los rumores en torno a la salida de verdaderos pilares en la estructura del conjunto estudiantil son cada vez más insistentes y bien sabemos que lo que tardó unos cuantos años en construirse puede ser derrumbado con notable rapidez. Sin embargo, la directiva del Pedregal tiene la oportunidad de demostrar madurez y experiencia para manejar una situación que brinda la oportunidad de confirmar la intención de sembrar una realidad constante y no una ilusión pasajera. Ya el tiempo dirá…
