Cuando el entrenamiento es duro, y el tiempo de recuperación muy corto, tenemos más riesgo de sufrir alguna lesión. A todos nos puede pasar, independientemente de que nos cuidemos y hagamos lo correcto. Sin embargo, no está de más tener algunos cuidados en nuestra alimentación, para poder prevenirlo lo más posible.
Aumenta tu consumo de ácidos grasos omega-3: aguacate, aceite de oliva, nueces, almendras y pescados de agua fría como atún y salmón, pues son antiinflamatorios naturales. Estos pescados grasos aportan vitamina D, y la deficiencia de este nutrimento puede afectar el metabolismo de los huesos y causar alteraciones en la fuerza. Si ya tienes una lesión, lo mejor sería tomar un suplemento para que no tengas que comer kilos y kilos de salmón. La dosis recomendada es de 4 gramos al día.
Mantén un peso saludable. Entre más peso cargue tu cuerpo, más riesgo de lesiones. Sin embargo, en estos temas no es lo mismo un kilo de músculo que un kilo de grasa. La grasa abdominal es un factor importante, por lo que no debes dejar que tu cintura sobrepase los 93 cm si eres hombre y 79 cm si eres mujer.
Cuida tu hidratación. Hidrátate antes, durante y después del entrenamiento. Recuerda que si corres más de una hora, con agua no es suficiente, necesitas de una bebida deportiva. Ojo con el alcohol, está comprobado que el consumirlo después de hacer ejercicio disminuye la síntesis de proteínas. O sea que todo tu esfuerzo puede echarse a perder con una cerveza y, además de bajar tu rendimiento, puedes lesionarte más fácilmente.
Ahora sí, ¡que nada te impida correr todo lo que quieras!