Imagina que una noche has decido que a la mañana siguiente empezarás a correr... ¿Ya? Suena tu alarma y te levantas emocionado a ponerte tus tenis, pero te das cuenta que el clima no es lo que esperabas; las condiciones son terribles, están lejos de ser las ideales. Tu primera reacción es volver a la cama y olvidarlo al menos por esta vez, eso es lo que la mayoría encontraría más razonable.
Visualicemos ahora esta situación desde un escenario diferente. Las condiciones son las mismas, pero esta vez es más importante levantarte de la cama a pesar de todo, ponerte tus tenis y salir por esa puerta con la decisión de hacerlo. Porque cuando eso pasa hay un beneficio incalculable que viene de ponerte en una situación incómoda y esforzarte un poco más que el resto; cuando volteas a ver a todos aquellos que han tenido éxito, lo que realmente los separa del resto es que hacen cosas y sacrificios que otros no harían, el patrón es siempre el mismo “el esfuerzo, la constancia y la disciplina” y están dispuestos a pagar un alto precio porque realmente lo quieren.
Y te preguntarás entonces, ¿que tiene que ver esto con correr bajo la lluvia o con frío? ¡Tiene todo que ver! No es que estés haciendo algo que sea imposible o que tengas súper poderes, estás corriendo, te estás entrenando para cumplir tus objetivos sin importar los obstáculos ya que los mejores siempre logran las cosas a pesar de cualquier situación y es así como de pronto tus objetivos se convierten en hábito y los hábitos en disciplina. Y el deporte es disciplina.
Y es en este momento cuando te das cuenta que la mayoría de las razones que das para no hacer algo son simplemente excusas que no tienen sentido. Si quieres algo hazlo, y cuando finalmente las condiciones sean óptimas tu rendimiento será evidente ya que entrenaste en circunstancias adversas y es así como te conviertes en el mejor.
¿Estás listo para correr?
Por Juan Carlos Betancourt
