
El descubrimiento, realizado por el sistema de sondeo ATLAS (Asteroid Terrestrial-impact Last Alert System) en Chile, un proyecto financiado por la NASA, ha puesto a los observatorios de todo el mundo en alerta máxima. Y no es para menos.
El 3I/ATLAS no es un simple trozo de roca errante; es un cometa masivo, con un diámetro estimado de entre 10 y 20 kilómetros, lo que lo convierte posiblemente en el intruso interestelar más grande jamás detectado. Su trayectoria hiperbólica confirma que no está atado a la gravedad de nuestro Sol y que, tras una breve visita, volverá al abismo estrellado del que provino.
Lo que más entusiasma a los científicos, como reporta National Geographic, es la oportunidad sin precedentes que ofrece. Estudiar el 3I/ATLAS es como recibir un paquete de un sistema planetario completamente diferente, permitiéndonos analizar los componentes básicos con los que se forman otros mundos. Astrónomos de todo el globo apuntarán sus telescopios hacia él para desentrañar los secretos que guarda su composición.
Un testigo de la Vía Láctea primitiva
Lo que distingue a 3I/ATLAS de sus predecesores, el enigmático 'Oumuamua y el cometa 2I/Borisov, es su potencial antigüedad. Algunos modelos estadísticos sugieren que este cometa podría ser más antiguo que nuestro propio sistema solar. Se cree que 3I/ATLAS proviene del "disco grueso" de la Vía Láctea, una región poblada por estrellas antiguas. Esto significa que podría ser uno de los cometas más viejos que la humanidad haya tenido la oportunidad de observar, un auténtico fósil cósmico que nos daría pistas sobre las condiciones de nuestra galaxia hace miles de millones de años.
El cometa ya muestra una "coma", una nube de gas y polvo que rodea su núcleo, y una cola corta, características que confirman su naturaleza cometaria. Estos gases, que se liberarán a medida que el cometa se acerque al Sol, serán analizados para determinar su composición química. Encontrar precursores de vida, como aminoácidos, en su interior reforzaría la idea de que las condiciones para que surja la vida son comunes en otros sistemas estelares.
Una cita con el cosmos sin peligro para la Tierra
A pesar de su enorme tamaño y su increíble velocidad de casi 60 kilómetros por segundo, 3I/ATLAS no representa ninguna amenaza para nuestro planeta. Su trayectoria lo llevará a su punto más cercano al Sol a finales de octubre de 2025, pasando de forma segura entre las órbitas de Marte y la Tierra, pero mucho más cerca del planeta rojo.
Este evento celestial ofrecerá un espectáculo para los astrónomos, tanto profesionales como aficionados, que podrán observarlo durante los próximos meses. A medida que se aproxime a nuestra estrella, su brillo aumentará, permitiendo un estudio detallado antes de que se aleje para siempre en su viaje de regreso al espacio interestelar. La visita de 3I/ATLAS es un recordatorio de que nuestro sistema solar es solo una pequeña isla en un vasto océano cósmico, lleno de mensajeros silenciosos que apenas comenzamos a interceptar.