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El show debe continuar: las improvisadas transmisiones deportivas, tras el terremoto de 1985

Burak, Sarmiento y un puñado de jóvenes narradores improvisaban transmisiones en oficinas prestadas, con monitores diminutos, cables enredados.

Las improvisadas transmisiones deportivas, tras el terremoto de 1985
Las improvisadas transmisiones deportivas, tras el terremoto de 1985
El terremoto de 1985 también 'afecto' al medio deportivo en México (Tom Mendoza)
El terremoto de 1985 también 'afecto' al medio deportivo en México (Tom Mendoza)
Olga Hirata
Ciudad de México

En medio de una ciudad herida, la maquinaria de Televisa debía continuar. Burak, Sarmiento y un puñado de jóvenes narradores improvisaban transmisiones en oficinas prestadas, con monitores diminutos, cables enredados y el aire cargado de fragilidad.

"Esa noche que teníamos partido de americano, Minnesota Chicago. El partido ya iba diferido, lo íbamos a empezar a hacer a las diez, obviamente no podías transmitir desde dentro de Televisa. Entonces, lo hicimos en las oficinas de Cablevisión, que estaban en frente de Río de la Loza. Transmitimos, recuerdo, de pie, con un monitor así, chiquitito, blanco y negro. Toño de Valdés con un micrófono, y Pepe Segarra y yo con otro micrófono que nos lo íbamos pasando", recordó Enrique Burak.

Raúl Sarmiento esquivaba operativos hasta llegar a Chapultepec. Ahí, junto a compañeros, comenzó a sacar piedras con las manos.

Quería saber qué había pasado con Juan Dosal, con Toño de Valdés, que estaban en el noticiero cuando ocurrió esto.”

Edificio colapsado en CDMX tras sismo de 1985 (Milenio)
Edificio colapsado en CDMX tras sismo de 1985 (Milenio)

Los altos mandos de la empresa llegaron. No hubo discursos. Solo comenzaron a ayudar. Piedra por piedra, entre polvo y voces atrapadas, comenzaron a rescatar compañeros de entre los escombros.

“Y entonces fue cuando sorpresivamente empezamos a oír voces y empezamos a sacar compañeros de los escombros.”

A las tres de la tarde, los reunieron. Había que levantar la señal desde San Ángel. El contraste era brutal: al sur, todo parecía intacto, limpio como si existieran dos ciudades paralelas.

En un foro lleno, Emilio Azcárraga Milmo los esperaba.

Acá seguimos trabajando, tenemos que levantar, tenemos que seguir, y a nadie voy a correr, a todos vamos a ayudar, y mañana vamos a ir a Chapultepec, y vamos a ayudar a esa gente, y le ayudó a muchísima gente”.

Terminaron a las dos de la mañana, en un silencio distinto.

El 20 de septiembre, la orden fue clara: dar alegría a la gente. Ese mismo día, otra sacudida. 19:38 horas, una réplica cimbró la capital.

"No sabes qué miedo arriba del coche, el coche se hacía de un lado para otro. Fue espantoso, espantoso. Arturo me decía vámonos, no no no no vamos vamos. Dejamos el coche en la casa de mis papás. Nos fuimos a dejar, ahí en las calles de Tepic, y empezamos a caminar. Cruzábamos el parque, y el olor a muerto era terrible. Ver el centro médico destruido, yo no lo había visto. ¿No sabes lo que fue? El Ejército, te paraban con la bayoneta, ¿dónde va? Como le dije, voy a Televisa y tengo que transmitir. No, no le creo. No, pues te pido que me crea porque yo tengo que seguir por esta calle que es Cuauhtémoc para llegar allá. Entonces hablaban por el walkie talkie y quiénes son y, bueno, déjelos pasar, que ahí vamos. Entonces, íbamos encontrando y por eso lo platico, porque ahí me di cuenta realmente de la magnitud de la desgracia. Ver a la gente llorando, tirada en el piso, enfermos, este, en camillas del hospital, el hospital infantil con bebés, los papás, todas las historias que hubo ahí. No, fue desgarrador".

Edificio colapsado en terremoto de 1985 en CDMX (Milenio)
Edificio colapsado en terremoto de 1985 en CDMX (Milenio)

Raúl alzó la mano para transmitir el partido rumbo al Mundial México 86 que se llevó a cabo el 22 de septiembre entre México y Perú, junto con Arturo “El Rudo” Rivera atravesó de nueva cuenta la Roma destruida".

Había que transmitir ese partido porque la indicación de don Emilio fue tenemos que dar alegría a la gente, tenemos que salir adelante, tenemos que el show continúa”

Entre ruinas y ataúdes, Sarmiento y Paco Barón narraron un partido casi invisible. La orden de Azcárraga se cumplió: “El show continúa.”

Cuando terminó la transmisión, se abrazaron entre lágrimas y miedo. Afuera, la ciudad seguía siendo un cementerio a cielo abierto.

En la siguiente entrega: De los gritos de play ball al silencio de una morgue improvisada en el Estadio del Seguro Social. El espectáculo debía seguir, aunque la ciudad estuviera de rodillas.



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