Futbol
Editorial Mediotiempo
Columna de Mauricio Cabrera Editorial Mediotiempo

Diario Continental (Día 3)

Un día después de la inesperada igualada ante la selección uruguaya de futbol, México se nota tranquilo y optimista. Los jugadores juegan plácidamente al “torito” al tiempo que los representantes de los distintos medios de comunicación se limitan a observar y a tomar fotografías desde la línea lateral de la cancha del Colegio de Santo Toribio, lugar de entrenamiento del tricolor. Después de realizar ejercicios de estiramiento y relajación, miembros de seguridad nos solicitan que salgamos de la institución educativa, pues, tal y como ya era sabido, la parte futbolística se realizaría a puerta cerrada. Uno a uno fuimos desfilando hasta que los verdes quedaron en condiciones de trabajar solitariamente y sin los ojos atentos de la prensa, que tendría que esperar para ingresar a realizar las entrevistas del momento.

Las pláticas a lo largo del tiempo de espera giraron en todos los sentidos. Algunos charlaban sobre las peculiaridades del “pueblo” de Chiclayo. Otros, se preguntaban si asistir o no al entrenamiento de Argentina, que comenzaría a partir de las 16:00 horas; y los restantes, analizaban la velocidad máxima a la que podría viajar uno de los tantos taxis marca Daewoo que inundan las polvorientas calles chiclayanas. Bromas, análisis, comentarios y la anécdota de una bella mujer regiomontana que se las ingenia para pasar como periodista y, de esta forma, tener la oportunidad de estar cerca de sus ídolos sirven para evitar el tedio.  El momento de “cazar” la nota llegó; nos dirigimos al sitio intermedio entre los seleccionados y el autobús que los llevaría de regreso al hotel Costa del Sol.

El primero en ser interceptado fue Gerardo Torrado, más adelante aparecieron las figuras de elementos como Oswaldo Sánchez y Rafael Márquez. Sin embargo, nada de lo que dijeron los verdaderos actores del juego adquirió relevancia, ya que Ricardo Lavolpe se encargó de llevarse la nota de ocho columnas al atacar a la prensa. “Los periodistas son unos burros”, afirmó. Despertando con dicha declaración el enojo y la justa indignación de los enviados mexicanos, quienes ya se cansaron de ser blanco de las ofensas del técnico de la escuadra mexicana.   

Lo más curioso es que cuando fue interrogado por representantes argentinos sus respuestas fueron claras, pacientes, precisas y con un mismo tono de voz. Por lo visto, nuestro seleccionador nacional extraña el siempre adulador verbo pampero.

 

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