No fue cuestión de fortuna, tampoco de una mala jugada del destino a Rubén Omar Romano. El triunfo de Monterrey en la final del Apertura 2010 fue producto de haber superado en todos los aspectos a un Santos que dejó de ser Santos, a una escuadra que olvidó lo que se jugaba y que terminó desdibujado, con un planteamiento de dos líneas, ataque y defensa, sin que hubiera un mediocampo que diera orden a los deseos de ambos sectores.
Monterrey se ciñó la corona por haber combinado inteligencia y emotividad de la forma en que sólo los campeones pueden hacerlo. Los Rayados metieron enjundia cuando el talento no bastaba para concretar, y apostaron por la inteligencia de un asesino para matar la eliminatoria en los instantes en que la lógica indicaba que Orozco fuera presionado hasta la muerte. La Pandilla falló cuando podía, acertó cuando la posibilidad de presionarse a sí misma incrementaba y liquidó en cuanto Romano por fin se decidió a realizar los cambios que toda la parcialidad lagunera solicitaba desde el mismo comienzo del partido.
Suazo y Vucetich ratificaron un tipo de sangre atípico para el fútbol mexicano. El primero desechó por completo aquel dicho que indica que segundas partes nunca fueron buenas y volvió a entusiasmar a quienes lo idolatran en cada paso que da sobre el rectángulo verde. Víctor Manuel, tan inmutable como siempre aunque mojado como quienes algún día pueden celebrar una corona, se deshizo del fantasma de la Selección Mexicana y volvió a erigirse como héroe en una ciudad que así terminó con esa sed de gloria que databa de hace más de dos décadas.
La seriedad de los números es tan apabullante como la propia realidad. Las cifras dicen lo que muchos pretendieron o pretendíamos ignorar: Vucetich es superior a Romano. Aunque esta batalla no era de dos, el mensaje para ambos acaba siendo claro. Uno, Vucetich, es ganador sin necesidad de presumirlo. El otro, Romano, se ve forzado a declarar que lo es porque sino lo hace, emerge la carencia de coronas para decirle lo contrario, sin que ello implique un mérito por lo poco o mucho que ha hecho a lo largo de su trayectoria desde la línea de cal.
Monterrey es el Rey del norte, la envidia de la región. Santos, una institución ejemplar llamada a seguir trabajando con el mismo ahínco y esfuerzo para cobrar una de esas venganzas tan características del futbol.
A nombre de todo Medio Tiempo, me permito felicitar a los Rayados del Monterrey, inolvidables Campeones del futbol mexicano.
De salida
El año comienza a entregar sus últimos suspiros. Meses apasionantes a tu lado están llegando a su fin. Como siempre, refrendo el compromiso de seguir entregándote esas experiencias mediáticas apasionantes que tanto necesitas para disfrutar el adictivo mundo del deporte.
Espero tus comentarios en mcabrera@mediotiempo.net o a través de @macafut en Twitter… Ah, por cierto, no se me olvida que me equivoqué en todos mis pronósticos. Como tendrá que pensar Romano, seguramente llegará mi tiempo de acertar en el inesperado terreno balompédico.