El año pasado, Tom Brady, en un documental llamado Tom vs Time -donde se cuenta el camino del quarterback durante la pretemporada y como se preparó para enfrentar su temporada 19 en la NFL- señalaba que le gustaría jugar hasta que tuviera 45 años, algo que, a más de uno, le llamó la atención.
Es cierto que, si bien, Brady logró ganar su sexto anillo de campeonato con 41 años, también lo es que el padre tiempo está invicto cuando de carreras longevas se trata.
A pesar de lo anterior y del constante ruido que normalmente generamos los analistas y aficionados sobre “la última temporada de Tom Brady”, parece que solo logramos que el quarterback más ganador en la historia se vuelva aún más competitivo y con más hambre de hacer inalcanzable la marca de más Super Bowls ganados en la historia.
En una franquicia cuyo mantra es el de “hacer bien tu trabajo”, no hay jugador más identificado que el número 12, pues pasan los años y a pesar de que al exterior el juego se vuelve más atlético y más veloz, para Brady, sucede lo contrario. Cada juego es mas calculador, cada entrenamiento es mas metódico, cada día es mas líder.
Parece que estamos hablando de un cyborg o algo por el estilo, pero al ver cómo se dirige y se comporta en el emparrillado, nos damos cuentas que es igual de humano que tú o yo, que su liderazgo es incuestionable y que el respeto que 19 años en la elite en la liga más competitiva del mundo le han ganado, lo hacen la mejor y más peligrosa arma que tiene los Patriots en su arsenal.
Hoy con 42 años cumplidos y a 4 semanas de que Brady se vista para enfrentar su temporada 20 como jugador de la NFL, con una extensión de contrato de 2 años, nos acercamos cada vez más a la meta propuesta el 5 de septiembre de 2018: jugar hasta los 45 años.
Si llega o no llega, no podemos predecirlo, pues así es el futuro; no obstante, lo hecho por Brady es de admirarse y debemos aplaudirlo por ello, pues, nos guste o no, el hecho de tener a un jugador así en su roster, hace que Nueva Inglaterra -nuevamente- sea candidato al título.