Imagina, por un momento, que tu vida está por cambiar. Que todo el trabajo y esfuerzo, todo el sacrificio, está a unos momentos de rendir frutos, ya que tu nombre será dicho por el comisionado de la NFL, en un escenario ante miles de personas y otros millones más atentos en sus casas.
“Con el primer pick del Draft de 2019, los Cardenales de Arizona seleccionan a …” ¡Felicidades! ¡Lo lograste! ¡Eres un jugador profesional de la NFL! ¡Estás viviendo tu sueño! Solo que, y eso nadie te lo enseña, no has logrado nada aún. El camino apenas comienza. Los números son fríos y la vida injusta, pues la carrera de un jugador profesional de la NFL tiene un promedio de tan solo 3 años…así es…no leíste mal: 3 años.
Siempre nos quedamos con las grandes historias de éxito que salen del Draft, también con los grandes fracasos, pero nunca pensamos en aquellos miles de jugadores que ni siquiera pasan de su contrato de novatos, esos jugadores que llegaron al gran momento, pero nunca estuvieron listos para triunfar, o aquellos, a quiénes el destino les juega una mala pasada y sufren alguna lesión que termina por hundir su sueño.
Las recompensas no llegan sin trabajo, sin importar cuanto talento tengas, hay que estar dispuesto a poner las horas y mejorar, pues siempre habrá un jugador que esté dispuesto a trabajar más que ese gran prospecto que llegó con todos los blasones y récords universitarios.
El claro ejemplo -y es uno que uso a menudo- es el de Ryan Leaf y Peyton Manning. Uno, por talento atlético tenía todo lo que un entrenador puede pedir en su quarterback, el otro, tal vez no era el portento atlético más destacado, pero tenía una ética de trabajo y una madurez poco vista para alguien de su edad. El resultado: Manning estará en el Salón de la Fama; Ryan Leaf ha tenido que superar adicciones y muchas dificultades en la vida y su carrera profesional es poco recordada.
Michael Strahan tiene el récord de capturas durante una temporada, lo que pocos saben es que, en su mente, no quería jugar con los Giants. Nacido en Houston, egresado de Texas Southern, Michael ansiaba ser seleccionado por los Cowboys. Jimmy Johnson, entrenador de Dallas en ese entonces, se había reunido en diversas ocasiones con Strahan para hacerle saber cuanto quería que jugara con el equipo de la estrella solitaria.
El día del Draft había llegado, sin embargo, la selección de Strahan a Dallas no, en cambio fueron los Gigantes quienes los tomaron en la segunda ronda. A sabiendas que no llegaba con ningún renombre al equipo y que era un simple novato, Strahan trabajó hasta volverse un jugador que hoy presume anillos de Super Bowl y además ser miembro del Salón de la Fama.
Esta semana comienza el camino para muchos de estos jóvenes, quienes deben entender que el éxito no está peleado con el trabajo. La NFL es una de las ligas más competitivas del mundo, y si bien la historia de Tom Brady dudo que se repita (de selección 199 al quarterback más ganador de todos los tiempos), si debemos entender que lo logrado por un jugador en la universidad, así como toda la emoción que lo nombres generan, previo al Draft, no significan nada si ese prospecto de súper estrella, no está listo para sacrificarse en pro del equipo que lo seleccionó.